NO SON BUENOS tiempos para la lírica en política. Ya lo sé. Pero tal vez por eso sea más pertinente, en medio de tanta turbulencia, ahora precisamente que vienen mal dadas y arrecia la tormenta, la exhortación de Barack Obama a los partidos políticos de Estados Unidos para que no demonicen al rival. Así lo relataba Antonio Caño el pasado domingo en su crónica para El País desde Washington.
Ocurre que, como una noticia tapa a otra, y que trituramos la información sin apenas digerirla, las reflexiones de Obama, como las de tantos otros que tienen algo interesante que decirnos, han pasado inadvertidas. Sucedió durante la ceremonia de graduación de la Universidad de Michigan y, aunque el modelo norteamericano nos pille un poco lejos, me permito recordar aquí sus palabras.
"Si usted es alguien que lee normalmente los editoriales de The New York Times (el periódico de los progresitas, precisaba el corresponsal de El País), trate de leer de vez en cuando los editoriales de The Wall Street Journal (El periódico de los conservadores). Quizá le hagan hervir la sangre, quizá no le cambien su forma de pensar, pero la práctica de escuchar los puntos de vista opuestos es esencial para ser un verdadero ciudadano". Y añadía Obama: "Si elegimos exponernos a opiniones e ideas que siempre están en consonancia con las nuestras, hay estudios que sugieren que sólo conseguiremos aumentar la polarización".
Qué duda cabe que ni Zapatero, ni Rajoy, ni siquiera Obama, pasarán a la historia por sus palabras. Claro, que con ser esto cierto, tampoco lo es menos que el respeto a las ideas del adversario y la capacidad de conciliación es la mejor forma de evitar el encanallamiento de la política. Y también, de paso, de los medios de comunicación. Tal vez no sea el momento, pero nunca está de más tener presente que también hay otra forma de hacer política y, por supuesto, periodismo. (Foto REUTERS)