Revista Opinión

En días de niebla también cantan los gorriones

Publicado el 12 septiembre 2019 por Carlosgu82

…Estoy escribiendo para ti una carta en voz baja, íntima, una carta importante, como si fuese la primera, como si de esta carta dependiese que te quedaras conmigo para siempre, pero reconozco que NO es un buen día para escribir cartas de amor, ¿Por qué la escribo entonces? —Por impulso–, porque este puede ser su único momento para ser escrita, si no lo hago ahora, quizás jamás exista y entonces, quizás no mueva ningún hilo del destino, y no atraiga ni tu beso ni tu mirada. Además porque aprendí que incluso en mañanas lluviosas también cantan los gorriones…entonces si una carta de amor llega a tu mente debe ser escrita, (aconsejo a los que aman) no importa si al final no conquista a la amada, no importa si al final le parece menos bella que otras cartas, quizás vuelva a leerla después y descubra nuevos códigos de amor que no halló en las primeras lecturas.

—Por eso existe esta carta. Quiero contarte amor que los gorriones no cantan en todas partes, y cuando cantan solos, NO parecen estar solos NO, cantan como si tuviesen un millón de espectadores aunque no tengan a veces ninguno, parecen ser las únicas criaturas que en la mañana agradecen la enorme magia de ver el sol OTRA VEZ, quieren poner el ejemplo al mundo…parecen perder la batalla y volver. —

…Sí volver…porque los mensajes importantes son para ser enviados más veces por si acaso se pierden, por si acaso no los comprenden a la primera lectura, a la primera oída parece que un gorrión canta siempre igual pero NO es así, hay matices para quien quiera descubrirlos. Por eso esta carta tendrá unos matices hoy, y otros si la relees después. (pausa necesaria antes de seguir escribiendo)…Mientras hacía sol en tu sueño llovía en MI REALIDAD, y a veces es viceversa, sin embargo Tú y Yo lo comprendemos, a veces tendrás que ayudarme y otras lo haré yo, de eso tratan las verdaderas historias de amor, unas veces se trata de libertad y otras se trata de cercanía, se trata entonces de dejar de guardar los besos, los abrazos, las cartas de apoyo, los versos sueltos sin rima, pues a veces no se necesita rimar la esperanza si está cantando una pareja de gorriones. Hoy NO tengo con qué sobornar a Dios para saber cuánto durará el exilio de ti, de tus cabellos, de tu eterna mirada de musa. HOY no sé por dónde se van, todas las hojas de diario y las cartas que se lleva el vendaval sin ser enviadas, las nuestras y las de otros, a veces encuentro las mías y veo que no cambia nada respecto a ti, vuelvo a mirarte así, como descubriendo un mundo nuevo, y quiero junto a ti un poco de calor del que ya no habita en las grandes mansiones sólo en los hogares muy pequeños.

Por eso hago eco de las cosas que ya me has escrito. Admiro tu fe en el amor, tu sensibilidad y espiritualidad únicas. Leo en tus cartas tu alma de hada. Admiro tu visión del mundo, cuando me cuentas todas las bendiciones que llegan a los que rezan por otros, de la buena suerte de los que no odian, de la magia que descubren los que perdonan, y también de los amores que se despiden, que se inventan sus propios mundos paralelos y nunca vuelven a verse (pero no se olvidan), o de aquellos amores que tienen más de una patria, eres tan sabia como los gorriones, siempre tienes cosas que contar, y cuando las cuentas parece que cantas, no hay necesidad de música, los gorriones saben que detrás de la niebla se oirá mejor su canto, a veces cantan solos como si fuese preferible la ausencia, otras  cantan tan cercanos que subrayan esa misma ausencia, la que posterga los abrazos, la que convierte en sal las almohadas. Me gusta la niebla pero no todas las veces. Yo también leo una y otra vez nuestro destino, lo que nos conecta, lo que nos une, lo que nos hace fuertes, lo que nos hace indivisibles, … tu amor es un amor que pasa de la piel a la sangre y de ahí a los huesos, y de ahí a todo lo que soy y lo que seré, sé que vemos lo mismo aunque nuestras miradas sean a veces distintas y contrapuestas. Sé que te gusta que miremos lo mismo aunque los demás vean otra cosa.

Ver a la niebla como si fuese un día soleado, ver un cielo azul todavía más azul, un horizonte que no esté dividido por ninguna frontera, ver tu rostro por todas partes y tu mirada mostrándome los caminos por donde debo caminar para volver a encontrarnos otra vez. De eso se tratan las historias de amor. Y luego dejar de escribir, esperar tu ojo lector, volver a escribirte quizás mañana o después, cuando pase la niebla…porqué…pasará, sé que pasará…

(11sep2019)
Por: Godofredo Oscós-Flores


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