Revista Música

En el ángulo oscuro

Publicado el 09 abril 2010 por Pabloj
María Antonieta en 1788 retratada al óleo por Élisabeth Vigée-Lebrun
María Antonia Josefa Juana de Habsburgo-Lorena, reina consorte de Francia, tuvo un final ominoso, trágico e injusto antes de cumplir los 40 años. La distancia en el tiempo y la trascendencia histórica de los acontecimientos en que quedó envuelta su ejecución ponen una especie de sordina sentimental al horror de unos hechos que deberían espantar y avergonzar a cualquiera. Pese a la campaña de desprestigio que la archiduquesa de Austria sufrió nada más pisar Francia para contraer matrimonio con el Delfín cuando contaba con sólo 14 años de edad, una campaña que fue engordándose en una leyenda negra tan absurda como falsa, todo hace indicar que María Antonia fue una princesa cercana a los principios de la Ilustración, aunque más bien inconsciente y poco dotada para una política que siempre la superó, una mujer sensible, instruida en la música por Gluck y que, lejos del fastuoso uso político de las artes que hizo Luis XIV, supo crear en la corte un ambiente artístico íntimo y exquisito.
A glosar el salón de música de la reina ha dedicado la arpista Sandrine Chatron este disco en el que utiliza un arpa histórica, construida por Érard (sí, el mismo fabricante de pianos) en 1799 y que se conserva en el Museo de la Música de París. Reuniendo a un par de cantantes y sumándole un violín y un traverso, Chatron se pasea por obras originales creadas para el arpa y por arreglos diversos, que incluyen arias famosas (el lamento de Orfeo de Gluck, por ejemplo) e incluso un pequeño romance que se atribuye a la misma reina. El mundo antiguo, el de la aristocracia de Gluck, Saint-Georges, Krumpholtz o Mozart se mezcla con los nuevos tiempos de un Grétry, un Paisiello o un Dusík, creando un cuadro de notable elegancia de un mundo que, pese a su apariencia de refinada incorruptibilidad, se encontraba al borde de la ruina.
La salon de musique de MArie-Antoinette por Sandrine Chatron y amigos
LE SALON DE MUSIQUE DE MARIE-ANTOINETTE
Isabelle Poulenard, soprano
Jean-François Lombard, tenor
Stéphanie Paulet, violín
Amélie Michel, traverso
Sandrine Chatron, arpa
1. Francesco Petrini (1744-1819): Les Folies d'Espagne, et douze variations para arpa Op.28
2. Christoph Willibald Gluck (1714-1787): "Malheureux, qu'ai-je-fait ? - J'ai perdu mon Eurydice" de Orphée et Eurydice, para tenor y arpa
Jean-Baptiste Krumpholtz (1742-1790):
3. L'amante abandonnée, aria parodiada del Adagio de la Op.14, para soprano, violín y arpa
4. La nuit profonde, romanza para tenor y arpa
5. Jean-Baptiste Cardon (1760-1803): Sonata para arpa en mi bemol mayor Op.7 nº1
6. Jean-Baptiste Krumpholtz: Sonata en forma de escena de medio carácter en fa mayor Op.15 nº2 para arpa y acompañamiento de violín ad libitum
Antoine Dauverge (1713-1797):
7. Tircis et Cloris s'absentent chaque jour de leur troupeau..., para soprano, tenor, violín y arpa
8. La beauté pour qui je brüle..., para tenor, violín y arpa
9. C'est une folie d'avoir tant d'appâts, para tenor, violín y arpa
10. Joseph-Boulogne de Saint-Georges (1745-1799): Sonata en mi bemol mayor para arpa y flauta
11. Marie-Antoinette (1755-1793): C'est mon ami, romanza para soprano y arpa
12. Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791): Oiseaux, si tous les ans KV 307/284d, para soprano y arpa
13. Jan Ladislav Dusík (1760-1812): Sonatina para arpa nº5
14. Giovanni Paisiello (1740-1816): Entreacto para arpa de Il re Teodoro in Vénézia
15. André-Ernest-Modeste Grétry (1741-1813): "Malgré la fortune cruelle" de La Caravane du Caire, dúo para soprano, tenor, violín y arpa
16. Jean-Paul-Égide Martini (1741-1816): Plaisir d'amour, para soprano, tenor, flauta, violín y arpa
17. Wolfgang Amadeus Mozart: Adagio par armónica de cristal KV 356/617a
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AMBROISIE AM 179 (Diverdi) [77'35'']

Grabación: Junio de 2008


Marie-Antoinette, reina de Francia: C'est mon ami. [2'34''] Isabelle Poulenard, Sandrine Chatron.
Ah ! S'il est dans votre village,
un berger sensible et charmant,
qu'on chérisse au premier moment,
qu'on aime ensuite davantage :
c'est mon ami, rendez-le moi,
j'ai son amour, il a ma foi.
Si, par sa voix douce et plaintive,
il charme l'écho de vos bois ;
si les accents de son hautbois
rendent la bergère pensive :
c'est encore lui, rendez-le moi ;
j'ai son amour, il a ma foi.
Si, même en n'osant rien vous dire,
son regard sait vous attendrir ;
si, sans jamais faire rougir,
sa gaîté fait toujours sourire...
C'est encore lui, rendez-le moi,
j'ai son amour, il a ma foi.
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