En el auto de mamá

Manejar es un placer que nos suele suceder, repite la canción, y cuando la que maneja es mamá muchas cosas cambian: el volumen, la selección musical y, en mi caso, también los lugares para estacionar

Manejo hace años pero, para este relato, con decirte que son más de diez basta. Cuando me siento frente al volante los sentimientos y reacciones que se me generan son complejos. Dejame que te cuente así quizás me puedas ayudar en entender si es algo dentro de lo normal y colectivo, o si es más para tratar con algún profesional.

Subo al auto con la banda descontrolada y sumo a las palabras que repito en forma diaria las relativas a la seguridad (en su concepto más amplio) de los chicos:

• Se ponen los cinturones,
• ¡Vamos! ¡suban al auto!
• Al lado de la ventana el que llegue primero
• No se peleen, no se toquen, no se hablen
• Cada uno en su lugar por favor, ¡quédense quietos!
• No griten que estoy manejando,
• No, ahora no puedo alcanzar lo que tiraste al suelo