José Antonio Porcel, AzulSe advirtió que éramos número cuando ya sólo sabíamos numerar. Demasiado tarde. No se trataba de leer más, sino de que no nos leyeran, para lo cual habíamos de cerrar las tapas y quedarnos a oscuras, como cuando de niños nos encerrábamos en un armario para no ser descubiertos o corríamos campo a través para llegar a ningún sitio. La emoción de la escucha, es lo que se ha perdido. ¿Pero hay de qué encerrarse? Me pregunto qué se dirán los amantes de la naturaleza ahora que los microorganismos están condenadas a ser los malos de la película. ¿Se atreverán a profesar su entusiasmo en las terrazas de julio? ¿Hasta cuándo esperará Netflix a comprar la serie de los nuevo Covid animados para el horario infantil? Cuando todavía podía hablarse me decía una alumna que el egoísmo aleja a la conciencia de la verdad, y que por eso solo los niños pueden amar de verdad. Qué razón tenías. En fin, adoro a las personas que se atreven, de verdad, a bajar las persianas y a soñar con los oídos bien abiertos. Os adoro. Sois mis héroes.
