Revista Comunicación

en el camino está la respuesta

Publicado el 28 febrero 2015 por Libretachatarra

en el camino está la respuesta

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ALMA SALVAJE
data: http://www.imdb.com/title/tt2305051
Miren, si yo fuera un critico snob, me sería muy fácil catalogar a “Alma salvaje” como una pretenciosa película de autoayuda con lugares comunes para conmover con golpes bajos al espectador promedio autocomplaciente. Por suerte para ustedes, no soy un crítico snob (o por lo menos, pretendo no serlo). Me gustó. Me gustó mucho “Alma salvaje”. Conste que es una película que apoyo pero que sé no es de recomendación amplia. Y mi pulgar para arriba no se debe a que sea un guión novedoso o una historia nunca vista. “Alma salvaje” es una aventura interior, una indagación retrospectiva, más una sensación compartida que una película estándar. Podrá disfrutarla quien quiera sintonizarla en esa frecuencia, quien viva la caminata solitaria de Cheryl como una experiencia iniciática, como compañero de jornada de la protagonista, compartiendo su camino, a su lado, más que en la lejana y confortable comodidad de la butaca del cine. “Alma salvaje” es de esa clase de películas que sabemos que no va a conformar a todos. Pero que es decisiva para un puñado de espectadores: los que salen del cine conmovidos para juzgar su vida desde el cristal de lo visto. Yo no sé, sinceramente, si usted es uno de esos elegidos. Espero que sí, porque si es así, “Alma salvaje” puede transformarse en una experiencia mística. Caso contrario, no se aflija, la vida sabe encontrar otros caminos para enseñarnos algunas lecciones que nos resistimos a aprender.
“Alma salvaje” es una historia real, la adaptación del libro de Cheryl Strayed quien en 1991 sufrió la muerte de su madre. El fallecimiento produce un terremoto en la estabilidad emocional de Cheryl que cae en una espiral de degradación. Se aleja de sus hermanos, pierde su matrimonio, se vuelve promiscua sexualmente, cae en brazos de la heroína, se desbarranca en un camino autodestructivo. Su final parece cantado hasta que se cruza con una guía para recorrer la Pacific Crest Trail, uno de los más exigentes caminos de senderismo de la Costa Oeste de Estados Unidos que cubre 4286 km de California a Washington. Cheryl, sin ninguna experiencia previa, se lanza a cubrir a pie, unos mil kilómetros de ese camino, desde el Desierto de Mojave a hasta la frontera de los estados de Oregón y Washington.
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La experiencia es todo lo exigente que se suponía y más. Porque además del martirio físico (los moretones, la fatiga, el cansancio, las uñas encarnadas, los cortes), el camino es un sendero espiritual. Cheryl está purgando su vida en busca de un significado. Puede abandonar en cualquier momento. Pero sabe que atrás está el sur, su vida anterior, una vida que pinta para el desastre. Y adelante sólo hay un norte, un puente, sin saber qué hay más allá. Cheryl se aferra a esa fe de encontrar un sentido al final del viaje. Va allá, un paso más, uno tras otro, afrontando los obstáculos, para alcanzar la epifanía final.
La marcha de Cheryl es una experiencia zen. Es un comprender a partir de fatigar el cuerpo al extremo, de dejarlo con lo básico, para que entienda sin la engañosa construcción de nuestros prejuicios, de nuestros preconceptos, de nuestras creencias de lo que debe ser la vida.
En cada paso, la belleza del Universo, la magnanimidad de la naturaleza, el mundo en su esplendor, cuya visión se anula por nuestro dolor, un dolor demasiado fuerte para abrir los ojos y mirar. Si el camino maltrata el cuerpo de Cheryl es para lograr la anulación de ese dolor emocional: dolor sobre dolor, dolor físico para agotar el dolor del corazón. Trabajar ese dolor cotidiano extremando el agotamiento, el riesgo, la necesidad de cosas básicas como comer, beber o dormir. Sólo así, limpiar la cabeza, para entender, para comprender, en una sabiduría plena de la iluminación.
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Cheryl entiende que su vida es eso, todos los aciertos y todos los errores, que todo lo bueno y todo lo malo, la llevaron hasta ahí. Más que remordimiento y autoflagelación por lo errado, surge la comprensión por todas sus facetas, las luminosas y las penumbrosas, porque todas ellas la conforman, porque todas las conductas la definen, la constituyen, hasta hacerla la mujer que es. Sin una sola de esas experiencias, Cherly no estaría en ese puente entre Oregón y Washington donde la vida cambiará en otro giro.
(Recuerdo un capítulo de “Star Trek. The Next Generation”, “Tapestry” donde el Capitán Jean-Luc Picard tiene la posibilidad de cambiar un hecho que lo avergüenza de su pasado. Y que cuando lo hace, toda su vida se derrumba y cambia para peor. Comprende que aquello que consideraba malo, era lo que lo definía, lo que lo llevó a ser capitán del Enterprise y la Flota Estelar).
“Y después de perderme en la naturaleza y en mi dolor, encontré mi salida del bosque. No sabía a donde iba hasta que llegue ahí” confiesa Cheryl. Y ésa es la enseñanza: nadie puede planear lo que está en el futuro; sólo cabe aceptar cada cuesta del camino y estar atento para ver ese amanecer y ese atardecer que están esperando para uno.
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La película es, básicamente, un 99% de Reese Wihterspoon. Y hay que destacar que la rubia nos da una de sus mejores interpretaciones de su carrera. Porque no necesita sobreactuar su epifanía ni los rigores del trayecto. Está en el justo medio para no opacar la fluidez de una historia hecha de momentos, de pequeños intervalos, más que grandes giros. El guión es de un peso pesado: Nick Hornby (autor de “Alta fidelidad” y de “Un gran chico”); la dirección de Jean-Marc Vallée. Este terceto supo darle a la historia el lugar central que merecía. Un punto aparte para Laura Dern, también indispensable en la trama.
A mí me gustó. Espero que a ustedes también.
Mañana las mejores frases.

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