Revista Cultura y Ocio

En el corazón de lo real

Por Peterpank @castguer

“Die Welt ist tief! / Und tiefer als der Tag gedacht”- escribe Nietzsche en su maravilloso Zaratustra. El Mundo es profundo! / Y más profundo de lo que el día recuerda. El vínculo trágico entre la finitud y la desesperanza: O Mensch! Gib acht! Tief ist ihr Weh!, Oh, Hombre! ¡Presta atención! / ¡Profundo es tu sufrimiento!. Pero en el sentido nietzscheano adquiere otra dimensión. La alegría por la existencia llega superar el drama de la finitud. La vida, en su potencia material-espiritual es eternidad. Así el texto de Nietzsche concluye:  Doch alle Lust will Ewigkeit! Will tiefe, tiefe Ewigkeit! Pero toda alegría busca la eternidad, / ¡Una eternidad profunda, profunda eternidad. Ese mismo tópico fue abordado por Mahler en la sinfonía “Resurrección”, donde al término de la misma, el coro exclama en términos totales: “Si, resucitarás, corazón mio. Resucitarás para no morir”. Así, la superación de la conciencia trágica es posible porque se asume en plenitud la experiencia de la muerte, como experiencia del amor por la existencia contingente. Sólo vivimos en la vida, en esta vida. Y es en esta donde nos es dada la posibilidad de vislumbrar el vuelo de la eternidad, pero de la eternidad vulnerable; “la eternidad débil”. Por eso, en la poderosa alegoría nietzscheana, el sufrimiento nos permite entrever la eternidad.

Fuente:  Melomania

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Serh Langsam. Misterioso. “O mensch”. Cuarto movimiento de la Tercera Sinfonía de Gustav Mahler.



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