Según información muy reciente, la asociación profesional de los médicos alemanes pronto podría flexibilizar su rechazo del suicidio médicamente asistido. En el debate de la eutanasia se manejan conceptos que conviene precisar para saber a qué nos estamos refiriendo, y también para evitar que nadie nos lleve al huerto, como suele decirse en una expresión algo chusca pero enormemente gráfica.
El suicidio médicamente asistido se produce cuando el médico, a petición del paciente, le proporciona los medios necesarios para que éste se suicide. Como recoge el film recientemente laureado How to die in Oregon.
Lo que es radicalemente distinto de la llamada sedación paliativa, que consiste en la administración deliberada de fármacos para lograr el alivio de un sufrimiento físico y/o psicológico, mediante la disminución suficientemente profunda y previsiblemente irreversible de la consciencia en un paciente cuya muerte se prevé muy próxima y contando siempre con su consentimiento. En las dosis mínimas eficaces no presenta ningún inconveniente ético.
Las diferencias entre la sedación y la eutanasia son claras: en la sedación, la intención es aliviar el sufrimiento del paciente, el procedimiento es la administración de un fármaco sedante y el resultado el alivio de ese sufrimiento; en cambio, en la eutanasia la intención es provocar la muerte del paciente, el procedimiento es la administración de un fármaco letal y el resultado la muerte. Así se entiende que son precisamente los médicos especialistas en cuidados paliativos los que más se oponen a la eutanasia y al suicidio asistido. Es lógico que sea asi, pues son los cuidados paliativos la respuesta ética óptima ante el sufrimiento y el dolor que muchas personas experimentan al final de su vida.