Hoy es el día de la poesia, como casi todas las celebraciones tendrían que ser todos los días, pero bueno. Mi mentidero lo quiere celebrar con Fernando Quiñones y un precioso poema que quiñonea a Cádiz en este día.
ENTORNO Y COMPRA DE “LA LIRIO”
TIENE en Cái La Bizcocha un café de marineros
y en er café hay una niña coló de lirio moreno
Lirio la llaman por nombre
Don Fermín Salvochea, naturalsocialista y
erguido y cano como Dios en las
calcomanías
entregaba su ancianidad a los invernizos aguajes
caleteros.
Cerrado el Café Apolo, libertad redactó una
tarde
el jazmín palacial de Don Elías Ahuja sobre la
cal en la Alameda,
y el patriciado una vez más volvió la vista a la
muralla,
llenó el Ideal Room una vez más de
cuchicheos, una
vez más de oficios de la Gobernaduría.
A la mar maera
y a la Virgen cirios
Alegres carnavales famélicos
Y, esquina de Rosario y Columela, el do de
pecho ultramarino
del Almacén de Manganelli
alentando las largas travesías acomodadas: las
ginebras
de Rotterdam, las patas de Jabugo y Grazalema,
áspics de Francia, rones, jereces, pavipollos
fenicios, de oropel y cantueso ataviados: lo
último que mirara,
cerca ya del amanecer, el vagabundo antes de
derrumbarse junto al escaparate.
Un hombre vino de Cuba…
Rosiblanco de velas, lento azafrán de mástiles y
Obenques
(apenas ya algún hilo de humo fabril
Adelgazándose
lejos, por La Carraca, o sobre el Baluarte
de los Negros, junto a la Fortaleza
del Tabaco), camisas de indiamar,
redes y carros de mulos sufrientes, catalejos,
aros
infantiles ya casi en culpa, tropas
al Caribe y al Moro, el puerto empurpuraba
de sol caído y sangre colonial los miradores de
los navieros.
Que se l’han puesto las sienes
¡Vuelta de los antiguos!, exhumadas esclusas,
fíbulas, ánforas, sarcófago!
de Punta de la Vaca junto al acre júbilo obrero
en las achampanadas botaduras, oh
Ceres ubérrima, goleta de batalla con los palos
Ceñidos
por racimos de uva, cañones de bolsillo,
ovaladas
fotos crema del Rey y de su Señora
Por todo Puerta Tierra el playerío
Desierto, el limpio, el envalentonado
Tronar de la marea junto a la arena sin pisadas
y de Cái a Almería
con vó ronca de aguardiente
canta la marinería
la hosca y cantora horda morena, la intemperie
del céntimo, reyertas en la calle Mirador ante
los musicales lloros mañaneros
del Mellizo, el cuarto poder sitiado de
prostíbulos
en el Barrio del Mentidero,
las tabernas profundas y el cante y el cariñoso
amigo de la dueña,
bragueta agradecida, autoridad y jipijapa, al
paso
del landó con su tronco de níveos corceles
braceantes
mano enguatada y sola dando
desde la ventanilla
cincuenta monedas de oro por aquel lirio morao.
Fernando Quiñones