En el día del libro, me voy a rodear de ellos, como en el resto de los días.
Uno pequeño en la mochila, para los viajes. Una novela de largo aliento, para leer en casa. Los de poesía, para abrir al azar, que se van amontonando en una mesita en el living. Los que releo. El que compartimos con mi hijo, al lado de la cama. Los de cuentos, desmenuzados despacito, sin obligación de terminarlos. Los que esperan ansiosos, al borde de la biblioteca: tranquilos, les digo, pronto les llegará el turno. Los que sigo descubriendo sin buscarlos.