Estoy realmente apenado. Deprimido. Todo el mundo me critica. Mi mujer no me habla y mis hijos me preguntan que por qué lo he hecho. Salgo a la calle y siento las miradas de reproche de todos. Unos me culpan de haberlos dejado tirados sin transporte durante un par de días. Tuvieron que andar o hacer colas de varias horas en la parada del autobús. Otros, todos ellos funcionarios, me consideran un insolidario, un traidor, porque a mí solo me han rebajado el sueldo un uno por ciento, mientras que a ellos –médicos, maestros, policías, bomberos…- la rebaja fue del cinco por ciento. Leo en sus miradas el reproche: ¿Por qué hiciste huelga? ¿Por qué luchaste por tus derechos? ¿Por qué no te conformaste como todo el mundo? ¿Querías dejarnos en evidencia? ¿Te crees más que nosotros? ¿Te consideras un privilegiado porque conduces un Metro?Estoy muy apenado, tengo un gran complejo de culpa y muchos remordimientos. Es cierto que la rebaja de sueldo que me impusieron era manifiestamente ilegal. Nuestro asesor jurídico nos dijo que un convenio colectivo está protegido por el Estatuto de los Trabajadores que es una ley orgánica. Yo no sé qué es eso pero el abogado nos aseguro que un decreto de una Comunidad Autónoma no puede modificar una ley orgánica. Por eso hice huelga, porque me pareció una cacicada, un abuso de los patronos, de los capitalistas que solo miran su interés. Además, si querían rebajar el gasto bien podían haber tirado de los fondos destinados a publicidad, que son ingentes y no de nuestros magros sueldos.Pero los ciudadanos se enfadaron conmigo por hacer la huelga. Y eso que los servicios mínimos que nos impusieron eran abusivos. ¡Imagina: el cincuenta por ciento de servicios mínimo! Hubo gente que tuvo que esperar el metro durante ocho minutos en lugar de tres. Por eso en la jornada siguiente el sindicato decidió que no habría servicios mínimos. Consideró que ante el capitalismo salvaje y el abuso patronal (tomadura de pelo, lo llamo yo) lo mejor era adoptar medidas contundentes. ¡La que se armó! La gente nos odia desde aquel día. Bien es cierto que gran parte de la culpa es de los medios de comunicación… bueno de algunos, Prisa, por ejemplo, que nos echó a la gente encima. Los medios se alinearon con la patronal, es decir, con el lado más fuerte y también con la parte que incumplía la ley. Pero nuestros argumentos, que eran de peso, no sirvieron para que la gente comprendiera nuestra actitud. Dijeron que hacíamos una huelga salvaje. ¡Tú fíjate, nosotros los salvajes, que solo defendíamos lo que acabábamos de firmar, que exigíamos que se cumpliera la legalidad! Incluso nos acuaron de hcer una huelga política porque el gobierno de la Comunidad de Madrid es de derechas. Y ya se sabe, protestar es de rojos y además es político y lo político está muy mal visto.Finalmente hemos tragado. Sí, es cierto, nos rebajan el sueldo solo el uno por ciento y no el cinco, como pretendían. Pero nos lo rebajan y se quiebra la ley. Los patronos se salen con la suya… una vez más.Qué deprimido estoy. Tengo un sentimiento de culpa que no me tengo. Tanto que me quedaré en la cama cuando estos mismos mercaderes nos retrasen la edad de jubilación, cuando nos recorten las prestaciones por desempleo, cuando abaraten el despido, cuando nos hagan pagar por las medicinas (lo llama copago), cuando acaben con la educación pública para entregársela a los Legionarios de Cristo o al Opus Dei, cuando nos recorten las vacaciones. Sí, las vacaciones de verano. A fin de cuentas, un mes entero de vacaciones pagadas no deja de ser un abuso. Sí, me quedaré en la cama en lugar de protestar, no vaya a ser que se vuelva a enfadar conmigo el vecino, ese mismo que el día que España ganó la Copa del Mundo de Fútbol no me dejó pegar ojo en toda la noche con sus cánticos y vuvuzelas.Dormir, mejor dormir, dormir y callar…Tragar.