Una de las primeras mañanas del otoño de 1923. Estoy sentado en un banco de mi jardín de Mentón. Árboles, estanques, arbustos floridos, pájaros, peces, parecen esta mañana completamente distintos a los que veo diariamente. [...]
Balancean los túneles de rosales sus flores recién abiertas por la primavera otoñal. Pájaros de todas clases sostienen una lucha sonora de gorjeos flautines en las alturas de la arbolada [...]. Los abanicos verdes de plátanos y palmeras dejan caer las últimas lágrimas del rocío matinal. Y toda esta naturaleza cándida, fresca y pueril como la luz rosada de la aurora, me pregunta a coro:
- ¿Por qué te vas?... ¿Es que te encuentras mal entre nosotros?...
Vuelvo mis ojos por toda respuesta hacia el mar violeta, que tiembla bajo los flechazos del sol más allá de la columnata de árboles. [...]
- Quédate - dice la orquesta murmurante del jardín-; vas a perder nuestras flores y nuestros frutos, los dulces atardeceres del otoño, la compañía serena y luminosa de los libros. [...] Si te alejas otro comerá los encorvados frutos, ahora verdes y luego dorados, que lentamente van cociendo bajo el fuego solar su pulpa de miel.
" Pronto se abrirán, dando paso a sus flores sin perfume, pero deslumbradoras de bella majestad, como diosas que nunca sonrieron. Y tú no verás esta milagrosa floración, preparada durante el resto del año como una apoteosis teatral.
" Perderás también las fiestas invernales de la Costa Azul, que atraen a los felices de la tierra: el carnaval de Niza, las operas y conciertos de Montecarlo, las regatas, los bailes en hoteles enormes como alcázares de leyenda, las batallas de flores. [...] ¿Por qué te marchas? ¿Qué inquietud te espolea hacia lo desconocido, volviendo tu espalda a la risueña paz en que te envolvemos...?
Alguien acaba de llegar con silencioso paso, sentándose junto a mí, en el banco de azulejos que representan antiguas danzas valencianas. [...]
Acabo de sentir ese desdoblamiento interior que todos conocemos en momentos difíciles de nuestra vida. Es una mitad de mi mismo lo que acabe de sentarse a mi lado. Su rostro es agresivo y hablan por su boca la duda y la ironía.
Sus primeras palabras son para reproducir la misma pregunta que continúan repitiendo tenazmente los rumores del jardín. Pero mi otro yo me habla con menos miramientos.
- ¿Por qué te vas? ¿Qué puedes conseguir realizando tu infantil deseo de hacer un viaje alrededor del mundo?...
" Si tienes curiosidad por conocer los pueblos lejanos no tienes más que entrar en tu biblioteca, que está a pocos pasos. Allí, entre veinte mil volúmenes, encontrarás muchos que, con la ayuda de la imaginación, te harán ver ciudades y paisajes tal vez más interesantes que cual son en realidad. [...]
Intento contestar a mi propio fantasma, pero este continúa hablando, con un tono cada vez más severo.
- Piensa en los peligros. Tú ya no eres joven, bien lo sabes; pero como todos los imaginativos, procuras olvidarlo y te empeñas en trastornar los periodos fijos de la vida, prolongando los entusiasmos, las ilusiones y las credulidades de los veinte años.
" Es cierto que el progreso humano da cada vez mayor seguridad a los que se pasean por la tierra, disminuyendo los naufragios y las colisiones terrestres. Pero existen las enfermedades, los rudos cambios de clima, las epidemias... [...]. Recuerda también las catástrofes ciegas e injustas de una naturaleza que nos ignora. Hace un mes, un temblor de tierra casi ha borrado las principales ciudades de Japón, adonde tú quieres ir. [...]
" ¿Quién eres tú para lanzarte a través de mareas y continentes con la misma tranquilidad que te paseas por los rincones floridos de tu jardín? [...]
Como finalmente mi hostil compañero hace una pausa, yo me apresuro a hablar:
- Ahora es el momento propicio para mi viaje. Si tardo en emprenderlo vendrá la vejez, y con ella los achaques que debilitan nuestros órganos vitales y agarrotan románticamente nuestros músculos.
" Hay que conocer por completo la casa en que hemos vivido, antes de que la muerte nos eche de ella. Recuerda que desde mis primeras lecturas de muchacho sentí el deseo de ver el mundo, y no quiero marcharme de él sin haber visitado su redondez. Ten en cuenta además la voluptuosidad del movimiento, las embriagueces de la acción, la ardiente curiosidad de contemplar de cerca, con los propios ojos, lo que se leyó en los libros. Tal vez sufra grandes desilusiones y lo que imaginé sobre las páginas impresas resulte más hermoso que la realidad. Pero siempre me quedará el placer de haber llevado una existencia bohemia a través del mundo. [...] ¿Y tu te opones (evocando y agrandando peligros) a que realice al mayor deseo de mi vida?...
Mi otro yo sonríe irónicamente, y se extiende por su rostro la palidez verdosa de la envidia. Ha desistido de infundirme la duda que ablanda nuestra voluntad y nos hace abandonar los propósitos mas firmes. Adivino que ahora va a someter mi proyecto a una crítica mordaz.
- Tu viaje es demasiado rápido -dice con mansedumbre hipócrita-. Si durase varios años, tal vez seria respetable; pero ¡dar la vuelta al mundo en unos cuantos meses! ¿Qué vas a ver? ¿Qué podrás contar?...
" [...] Tu vas a emplear en ello seis meses, pero de todo modos verás personas y cosas como en una representación cinematográfica. Solo podrás apreciar el aspecto exterior de los pueblos; no alcanzaras a poseer el más leve destello de su alma. ¿Para qué cansarte por tan mediocre resultado?...
A mi vez creo llegado el momento de hablar duramente.
- El valor del tiempo está en relación con las facultades del que observa. Los días de viaje de algunos valen más que los años y los años de otros. [...] ¿Quién puede marcar el plazo de meses o de años que es necesario para conocer el alma de una nación o una raza?... ¿Basta la vida entera de un escritor para completar plenamente tal estudio?... [...]
" Unas palabras mas, y termino, malhumorado compañero. Dure lo que dure, mi viaje siempre resultará más interesante que la inmovilidad en este rincón agradable de la tierra. Mejor es dar la vuelta al mundo en unos cuantos meses, que no darla nunca. [...]
Después que digo esto se abre un largo silencio. El jardín va acallando sus rumores bajo la pesadez del sol, cada vez más alto. Mi interlocutor calla también.
- ¿Tienes algo más que decirme? -le pregunto
Él insiste en su mutismo, enfurruñado y hostil; un silencio de adversario que se confiesa vencido momentáneamente, pero pone su confianza en la fatalidad, esperando que le ayudará en lo futuro.
- Entonces, ahí te quedas. Te dejo sobre este banco, como algo que me estorba para seguir adelante... ¡Empiece el viaje!
La vuelta al mundo de un novelista. Vol 1 (Capitulo 1. En el jardín de Mentón).Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928) fue escritor, periodista y político Valenciano. En 1923, en el apogeo de su carrera decide dejar a un lado la apacible vida en su lujosa villa de la costa azul, para emprender un viaje alrededor del mundo a bordo del Franconia durante seis meses, recorriendo Estados Unidos, Cuba, Panamá, Corea, Manchuria, China, Macao, Hong Kong, Filipinas, Java, Singapur, Birmania, India, Ceilán, Sudan, Nubia y Egipto. Los relatos y experiencias de aquel viaje quedaron recogidos en una de sus ultimas novelas "La vuelta al mundo de un novelista" (3 vols.) publicada tan solo 4 años antes de su fallecimiento en la localidad francesa de Mentón.