Revista En Femenino

En el living de mi casa ya no estamos solos

Por Mamaconectada @mamaconectada

Salgo corriendo del trabajo, esté donde esté porque tengo que busca a los chicos en el colegio. Me gusta este momento del día, donde nos reencontramos después de una larga jornada.

Yo, dando vueltas por una ciudad cada vez más peligrosa. Veo, escucho, vivo aquello que sale en los diarios. Llega un momento que no puedo escuchar más las crónicas policiales. Solo quiero poder sentir que mi familia está a salvo de un mundo que se empeña en lastimar a otros.

Llegamos a casa, cerramos la puerta y ahí ya me podría relajar. Pero no, a puertas cerradas también tenemos que seguir alertas.

Hoy, el living de mi casa también es una zona peligrosa. Mis chicos se conectan al mundo digital y todos los peligros que dejé en la calle están ahí, disponibles a un clik de distancia.

Juegos online, salas de chat, redes sociales. Ellos conectados con el mundo, ahí en el living de casa. Y a mí, me sale pensar naturalmente que están seguros, protegidos, cuidados. Pero los peligros de la web son muchos, son varios y sobre todo son reales. Cyberbullying, Grooming, Sexting, por nombrar los más importantes.

Yo, ahí en casa, cocinando me auto convenzo de que a mis hijos no les va a pasar nada, ¡con lo bien que manejan las redes sociales! Si ellos son unos genios. Les pasará a otras,  a mí nunca. Que visión equivocada de todo.

Las reglas de la web no son claras, ni transparentes. Pero si hay algo que está sobre la mesa es que lo malo del mundo está también presente en este entorno. Les digo más, está potenciado exponencialmente.

A mi hijo lo llevo de la mano por la calle, porque me da miedo que un extraño se lo lleve, que se pierda, que le pase algo. De la mano lo llevo a casa, lo dejo en su cuarto y como tengo cosas que hacer lo dejo con su “aparato electrónico”. Y ahí mismo, en ese instante que decido que se conecte lo solté: lo dejé solo, sin ninguna protección en el radar donde pedófilos, ladrones, abusadores buscan de manera organizada y sistemática a sus víctimas. Porque ellos también usan las redes para conocerse, intercambiar experiencias y ver cuáles son las “mejores prácticas” para engañar a tus hijos. Sí, a los tuyos, a los míos, a los de todos.

“Mi hijo, de 12, 13, 15 es grande y sabe lo que hace”, escucho por ahí. Tu hijo es adolescente, está pasando por una etapa de aceptación: quiere, necesita, busca ser aceptado. Su vida social es clave para el o para ella y busca esta sensación donde esté, y hoy, queridas amigas, está en las redes sociales. Mandan fotos, suben videos, aceptan amistades por una necesidad (natural, biológica, sana y normal) de ser aceptados. Y, si reciben solicitudes de amistad que les parece que son más o menos conocidos y aceptan. Porque son chicos, porque viven el mundo como adolescentes, y para ellos, muchas veces conocer a alguien en Facebook es como conocerlo en el boliche. “¿Qué el chico que ME encanta es un señor pelado y con panza? No, mamá, vos no entendes nada. Sabés qué, lo voy a ir a conocer para mostrarte que estás equivocada, porque yo mamá, se todo.”

A este pensamiento, creo yo que nos enfrentamos y es donde tenemos que estar atentas para ayudarlos, explicarles, mostrarles, pero sin prohibirles, amenazarlos o meterles miedo. ¿Qué es difícil? Claro que sí, ¿Qué se puede? Claro que sí.

En el living de casa ya no estamos nosotros, la familia. Hoy, si no hacen nada, en el living de tu casa está el mundo entero. ¿A quién queres dejar entrar? ¿Con quién dejas a tus hijos solos compartiendo la mesa, el baño o el momento de ir a dormir?

No podemos actuar como si nada de esto fuese real, simplemente porque lo es.

Lo que sí podemos es estar atentos, comunicarlos, usar las herramientas a mano para hacer de nuestro hogar uno seguro. Configurar la privacidad y seguridad en las redes, estar al tanto de lo que hacen los chicos cuando se conectan, entender que se puede y que no hacer  en el mundo digital, hablar, escuchar, contar, aprender, es decir, ejercer también una paternidad digital.

Entre todos podemos hacer la diferencia y lograr que nuestros hijos puedan aprovechar la tecnología de manera segura.

Una mamá conectada

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