Brillante y perspicaz Pepe García Domínguez el otro día en El Mundo. No se entienden los movimientos na(z)ionalistas de finales del XIX y principios del XX sin la montaña. Sin la épica del campo puro frente a la ciudad contaminada y obrera. Toda esa basura etnicista de presuntos intelectuales como el tal Baptista, que tanto han legitimido el discurso supremacista del nacionalismo catalán, nace de la visión de un campo tan puro como carlista, frente a la ciudad manchada y liberal.. Y así seguimos, tantos años después...