Revista Cultura y Ocio

En el periódico, El País, septiembre de 2013: Islarios / 3: El islote de la Estrella de Carme Riera

Publicado el 04 septiembre 2013 por Kovua

Carme Riera,en esta fantástica tercera narración descubrimos la increíble visión de un islote situado en el espacio. Aquí os dejo el enlace al relato completo.

En el periódico, El País, septiembre de 2013: Islarios / 3: El islote de la Estrella de Carme Riera

Eva Vázquez

(…) Al parecer al farolero, también creado con sustancia divina, le ha importado siempre muy poco advertir a los barcos de la presencia de escollos, cuando no había radares ni GPS ni siquiera se navegaba a vapor, sino a vela. Le daba igual despistarles con sus haces de luz provocando el naufragio. No le importaba la desgracia que pudieran sufrir los que a bordo de un pino de Tesalia se alejaron de sus tierras en busca de otras ni los que desplegando velas cruzaban el mar desde más allá de las Cícladas hasta Tartesos, ávidos de comerciar, ni la de los que más adelante remaron como forzados en las naves corsarias otomanas o cristianas que navegaban con pabellón real. No le incomodaban los gritos de los que iban a zozobrar, los oía como oía el soplo del viento moviendo las ramas de los escasos árboles con que contaba el islote. No hacía caso del ruido espantoso de la crujía al chocar contra el acantilado. Pendiente de que su fuego no se apagara, no atendía a nada más. Ni siquiera se molestaba en ir a ver los despojos de los galeones depositados en la pequeña ensenada del islote, por más tesoros que pudieran contener. Tampoco sentía ninguna curiosidad por los mensajes cifrados que los náufragos habían metido en las botellas llegadas a sus costas. Con la misma indiferencia había visto pasar el frágil navío de Ulises, la escuadra cristiana rumbo a Lepanto, las galeras de forzados, los primeros vapores, los acorazados de guerra, la sexta flota americana en permanente vigilancia del Mediterráneo por si las moscas talibanes, los grandes petroleros contaminadores de raras banderas, los imponentes trasatlánticos de ochenta pisos, repletos de turistas. No precisa dormir, tampoco beber ni comer. En consecuencia, que en el islote no haya fuente de agua dulce o manantial y no produzca frutos no es un impedimento para su subsistencia. Quienes le enviaron le han creado así para que no tenga necesidad alguna. No ha sentido nunca ansia de compañía ni deseo sexual. No poder hablar con nadie no ha supuesto carencia alguna. Tiene bastante con seguir pendiente de quienes le enviaron, los de allá arriba, con los que gracias al fuego se comunica a través del resplandor. Se relacionan gracias a las partículas luminosas. (…)

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