PREVIOS: HUANCAYO / EL CONVENTO DE OCOPA
Para llegar a Huancavelica hay dos maneras: en bus, en un viaje largo y que por tramos es muy duro debido a la falta de mantenimiento de la carretera Huancayo – Huancavelica; o en tren desde Huancayo, esta última opción es altamente recomendable, toda una experiencia.Yo llegué en bus a Huancayo donde aproveché el día para conocer algo de la ciudad, en realidad muy poco, e irme al Convento de Ocopa (del quechua “ucupi” que es “dentro”), que fue fundada en el siglo XVIII como misión franciscana para el adoctrinamiento de las tribus de la ceja de selva de Junín. Es muy fácil llegar, unas combis te llevan hasta allí en poco más de media hora desde Huancayo. Caminar dentro del Convento es como perderse en una especie de gran retablo ayacuchano ya que las paredes, los techos y los arcos están primorosamente pintados. Además, la biblioteca, el museo de historia natural de la selva y los silenciosos claustros son algo digno de verse.
ALLI VAMOS...
En el Perú no hay costrumbre de viajar en tren ya que casi no existen y los únicos que hay están en Cuzco con precios siderales debido a que se usan sobre todo para movilizar turistas. Por eso es una buena opción tomar el famoso “Tren Macho” para llegar a Huancavelica, con un pasaje que no pasa los 9 o 13 soles, dependiendo del tipo de vagón en el que vayas. Es conocida la explicación del nombrecito de marras con el que se conoce a este tren: sale cuando quiere y llega cuando puede. Pero tranquilos, ahora se respetan los horarios. Es una experiencia irrepetible estar en la estación de Chilca (Huancayo), adonde se recomienda llegar temprano para comprar un ticket, haciendo la cola para subir y hacerse de un espacio en medio de personas que suben y bajan, de mujeres que cuidan de sus bultos y costales mientras que dan de lactar a sus niños, de cajones de verduras y vendedores de quesos.
Archivo FHH
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El viaje se inicia, la bestia metálica ruge, hace un movimiento brusco y ahora así me esperan 5 horas de viaje (desde el 2008 la infraestructura ferroviaria se ha modernizado y ahora el viaje se hace en poco más que la mitad del tiempo y con más comodidad) en 128 kilómetros de recorrido para observar la descomunal y bestial belleza de los paisajes por donde se abre paso esta oscura serpiente de metal, siempre escoltada por el Mantaro.
Orada la tierra, penetra en la entraña de los cerros, luces y sombras continuas se suceden cuando se pasan los 38 túneles, 16 puentes. ¿Cómo es que se hizo tamaña obra, cómo se desafió a uno de los más agrestes territorios del Perú para hacerlo? Pienso mientras miro por la ventana la hermosa y salvaje naturaleza que ante mí se expande. Inicialmente el tren iba a llegar a Ayacucho pero un político huancavelicano movió sus influencias y de paso movió el trazo para desviarlo a su ciudad.
Archivo FHH
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Pasamos por lugares como Aguas Calientes, famosa por la bondad de sus pozos de aguas termales, rodeados de inmensos árboles de eucalipto. Luego viene Izcuchaca y su puente de cal, escenario de fragorosos sucesos de la historia peruana que van desde enfrentamiento entre huestes de los incas Huascar y Atahualpa hasta la fiera resistencia que los izcuchaquinos dieron al invasor ejército chileno. Aquí paramos unos minutos y aprovecho en bajar y dos niñas se acercan y me ofrecen pan con relleno de calabaza. Tienen ojos hermosos y alumbra sus rostros un gesto de dulzor. Les pido que me den 5 y me hablan como si me conocieran de años. Pruebo uno y el cielo se deshace en mi paladar. Caigo en la tentación, les pido que me vendan 40. Tienen pero ofrecen traerme unos recién salidos del horno. Les digo que estaré andando por el pueblo mientras que les espero. “Ya señor”, corren raudas y se desvanecen en la tarde. No me culpen si esta delicia le produce adicción. Por fin llegan y riéndose me dan una bolsa repleta. Me voy con el botín al tren y cuando está por arrancar las dos niñas suben raudas para decir: “Chau señor, gracias señor”.Puente de Izcuchaca
Seguimos viaje y nos encontramos a Acoria, bello pueblo al que conocen como el “Paraíso Perdido”, contemplamos las aguas mansas de su río abriéndose paso entre campos llenos de flores de retama, ichu y tuna. Avanzamos y ya estamos en Yauli adonde volvería en un par de días pero en combi. El “tren macho” con toda su aura de leyenda cumple una función importante en una provincia donde la postergación, la falta de buenas vías de comunicación y la ruda geografía juegan en contra. Es gracias a este tren que muchos pueblos tienen acceso a ciudades como Huancayo y a la capital por lo que es bueno resaltar el papel que este tren tiene en toda esta zona, ha de ser por ello que se le atañen tantas historias y leyendas y forma parte de la vida de los huancavelicanos desde siempre.VILLA RICA DE OROPESA
Por fin llegamos a Huancavelica y de entrada me impresiona su cielo de un celeste irrepetible. Fundada con el nombre de Villa Rica de Oropesa en 1571 por el alcalde mayor Francisco de Angulo, por encargo del virrey Francisco de Toledo, como respuesta a la necesidad que había de tener un asentamiento cercano a la opulenta mina del cerro Santa Bárbara de donde se extraía el azogue, mineral necesario para la refinación de la plata de Potosí. Esto hizo que la Villa se convirtiera en una de las ciudades más ricas del reino que con el tiempo declinó hasta convertirse en una de las más deprimidas del Perú.
Hay que salir a recorrer la ciudad a pie y dejarse contagiar por el sosegado ritmo con el que aquí se vive. En la plaza es bueno admirar la catedral, uno de los mejores ejemplares del arte colonial peruano, con su barroca portada de finales del XVII cuyo color rojizo contrasta con la blancura de sus torres. La calle Virrey Toledo nos lleva rumbo a la plaza San Sebastián donde un grupo de músicos amenizaba la tarde al son de sus guitarras. Aquí podemos observar la hermosa iglesia y convento de San Francisco que guarda excelentes lienzos con imágenes de la Sagrada Familia y en cuya blanca fachada una losa lleva escrita la fecha de culminación del edificio: 1774. Al otro lado de la misma plaza se puede conocer la iglesia de San Sebastián y su peculiar bóveda trapezoidal. Aquí se adora al Niño de Lachoc quien, según la creencia, ayudó a las tropas peruanas en la guerra con Chile. Al lado de esta iglesia se ubica una bella casona engalanada por un lindo balcón de cajón del XVII y una gran entrada color rojo. No es raro hallar piedras talladas en las calles y añejos balcones que penden en el vacío.
Iglesia de San Francisco
Un paseo por la avenida 2 de mayo es recomendable para conocer los restaurantes donde se encuentran platos típicos del lugar. En uno de ellos se nos recomienda tomar un ponche de ayrampo para calentar un poco el cuerpo. Una vez que he tomado algo de calor veo a un anciano que mira el vacío, elegantemente vestido, está allí como rumiando su silencio. Le arranco un saludo y entonces no deja de hablar y de contarme todo. Y yo no quiero que rompa el hechizo hipnótico de su voz calmada. Que siga diciendo esas historias Don Ricardo, que en su palabra leo un libro. Cómo es eso de viajar en la tolva de los camiones cuando se es muchacho; cómo es eso de las serenatas que llevaba a las mozas de entonces; cómo es eso de ser un niño y perderse entre los sembríos de los alrededores; cómo es eso de hablarle a un extraño con una cordialidad y fineza que se agradece. Cómo es eso de su tristeza por ver cómo Huancavelica está cada día más desordenada y violenta. ¡Hay que imaginarse entonces cómo era! Y así, este digno caballero huancavelicano me agradece haber venido y me invita a regresar. Gracias don Ricardo, si regreso es porque usted es un ser repetido en todas las esquinas de este pueblo.Solo pude quedarme un par de días en Huancavelica y no me dio tiempo para conocer todo aquello de interesante que hay en sus alrededores pero que recomiendo visitar a como dé lugar en caso de que estés por allí, como por ejemplo el bosque de piedras de Sachapite lleno de rocas en las que el agua y el viento han esculpido formas caprichosas para luego continuar hacia los restos del centro administrativo Uchcus-Inkañan, gran testimonio de la presencia Inca en Huancavelica y cerca de la cual pasa un ramal del camino incaico que viene desde Vilcashuamán, en Ayacucho. Otra alternativa es visitar la mina de Santa Bárbara, considerada “la preciosa alhaja de la Corona Española” ya que fue durante 150 años la mayor productora de mercurio del mundo y cuyo tamaño era tal que se le podía considerar una ciudad subterránea con calles, plazas, capillas y hasta un sitio para la corrida de toros. Pero que al mismo tiempo fue tumba de miles de indios mitayos afectados por el polvo tóxico del mercurio que los enfermaba con el “mal de mina”: vómitos de sangre, encías ulceradas, según el historiador José Antonio del Busto. El paseo no estaría terminado sin continuar hasta el bello pueblo de Sacsamarca, encerrado entre impresionantes formas pétreas, para luego regresar a la ciudad.
YAULI : CAOS IRIDISCENTE
Para lo que sí me dio tiempo es para conocer Yauli, pueblo por el que pasa el tren macho en el viaje desde Huancayo, y que está a solo 25 minutos de Huancavelica en combi. Lastimosamente la plaza es un monumento al cemento como en muchos de los pueblos serranos pero el trago amargo se olvida cuando se observa lo que pasa allí mismo. Es muy difícil encontrar en esta villa un foráneo. Por lo que si eres de los que disfruta la originalidad y el contacto con gente que no vista para ser un maniquí que los turistas fotografíen, éste es el lugar indicado para ti.
Aquí hay una feria sabatina (es el mejor día para ir) en la que el pueblo bulle de vida. En el suelo las mujeres venden hoja de coca, cebo de animales, baratijas y quesos. Las jovencitas pasean llevando unos sombreros ornamentados con flores lo que significa que están en edad de casarse, mientras que los hombres los tienen con borlas multicolores que según su color indican su estado civil; parejas de recién casados se toman las fotos de rigor en la plaza mientras a su alrededor una banda anima el acontecimiento al ritmo del huayno. Aquí es posible comprar los “maquitos” los cuales son unas mangas de lana que adornan los brazos además de otras prendas hechas artesanalmente y con buen gusto. Todo en este lugar es una sinfonía de colores que se expresa en todas las prendas típicas que usan los nativos.
Esta es Huancavelica, pueblo amable y al que no le falta riquezas para ofrecer pero que al mismo tiempo vive estancado por siglos en medio de la postergación, algo que quizás podamos empezar a cambiar si la visitamos y apreciamos con respeto todo aquello de bueno que tiene. Se original. Date el placer de conocer lo distinto. Haz la mochila y vete a Huancavelica.
Pablo PUBLICADO EN "ESTAMPA" REVISTA DOMINICAL DEL DIARIO "EXPRESO" EL DOMINGO 13 DE ENERO DEL 2008
publicado el 14 julio a las 19:37
excelente...nuestra sierra , es maravillosa ...sus parajes encantadores ... su naturaleza y su originalidad extraordinaria ...