Enrique Urdiales, un autor dramático de éxito que ahora se encuentra en una residencia de ancianos aquejado por un cáncer terminal, recibe la noticia de que su hermana Ambrosia (de la que no ha sabido nada desde que los separaron en la primerísima infancia) ha logrado dar con él a través de un programa televisivo y pretende el reencuentro. Furibundo, desconfiado y huraño, se niega al principio a mantener ese contacto, pero cuando finalmente sucumbe a la reunión descubre que entre ambos se ha establecido una extraña corriente íntima que los vincula. La sigue llamando “vieja” y fingiéndose loco, porque su orgullo es tan grande como su susceptibilidad, aunque comprende que la necesita a su lado; sobre todo, desde que ha decidido incluirla en la última obra teatral que quiere componer, antes de que la muerte lo neutralice. Margarita, la enfermera que cuida de él, le sugiere el título de En el túnel un pájaro, habida cuenta del amor que siempre ha sentido Enrique Urdiales por la figura de san Juan de la Cruz, el gran pájaro solitario. El problema es que no logra escribir el acto final que le dé sentido a la tragedia. Lo encontrará, no obstante, cuando Ambrosia llegue un día con un frasquito de licor muy especial y con unas palabras que susurra en el oído de Enrique: “Ahora se te pasará todo, todo lo malo. Lo he preparado yo para ti”. Luego, abrazándolo, dejará que él se duerma para siempre. Que vuele alto. Como el pájaro solitario.
Reflexión impresionante sobre la vejez, la decrepitud, la consunción, el dolor y la muerte, esta pieza de Paloma Pedrero (Madrid, 1957) mezcla con extrema eficacia el humor y la crueldad, el sexo y el sarcasmo, la compasión y la esperanza, y nos enfrenta con uno de los temas más duros de afrontar para el espíritu humano: la eutanasia por amor.