El nuevo partido político VOX ha sido muy bien acogido por la derecha sociológica española y por muchos liberales y conservadores, frustrados ante el comportamiento del PP de Rajoy, que no funciona como un partido de derechas sino como uno socialdemócrata, a juzgar por su agudo intervencionismo y culto al Estado. VOX trae consigo la esperanza de que por primera vez desde la muerte de Franco exista en España una verdadera derecha política. ---
En España no hay partido alguno que sea realmente de derechas. El PP, representante oficial de la derecha, es un partido que repugnaría a cualquier ideólogo serio de la derecha porque tiene casi todos los vicios que la derecha rechaza: intervencionismo, culto al Estado, populismo, codicia, afición a subir impuestos, facilidad para mentir y, sobre todo, complicidad con la corrupción y el abuso de poder.
En realidad, el PP tiene mas rasgos socialdemócratas que liberales y su concepción de la democracia es mas de izquierdas que de derechas.
La derecha tiende a bajar impuestos y a reducir el tamaño del gobierno, a reducir la administración y a intervenir lo menos posible, dejando a los ciudadanos libertad para que desarrollen sin obstáculos su creatividad y espíritu emprendedor, justo lo contrario de lo que hace el PP, que ha roto casi todas sus promesas electorales y ha subido los impuestos, sigue endeudándose a ritmo mas alto que Zapatero, aprueba leyes como una ametralladora, contrata personal para agrandar todavía mas el Estado, llena las administraciones públicas de enchufados, mantiene el peso de la burocracia que asfixia a los ciudadanos y a las empresas y no le tiemblo el pulso cuando provoca el cierre de cientos de miles de empresas y genera desempleo masivo como consecuencia de sus impuestos desproporcionados e injustos.
La derecha carece de sentido si no es liberal. El liberalismo concibe la democracia como un sistema diseñado para controlar el poder del Estado y mantenerlo bien sujeto gracias a las leyes, que deben ser equitativas y aceptadas por los ciudadanos, la división de los poderes básicos del Estado, que deben funcionar en libertad y competencia, la salud de la sociedad civil, que debe quedar libre del dominio público y funcionar como un contrapeso del poder político, la prensa libre y capaz de fiscalizar a los grandes poderes, el castigo de los corruptos y enemigos de la libertad y el protagonismo del ciudadano, al que se le reconoce su papel de "soberano" del sistema. Esa concepción de la democracia es diamatralmente opuesta a la que tienen Rajoy y su gobierno, que han exiliado al ciudadano, dominan desde el poder los tres poderes básicos del Estado, aplican la ley con desigualdad, suben los impuestos, no castigan a los corruptos y mantienen a los partidos políticos en una situación de impunidad que es incompatible no solo con la democracia sino también con la decencia.
Si en el resto del mundo la división entre "derechas" e "izquierdas" es obsoleta, en España es, además, estúpida y falsa porque la derecha, en realidad, no existe y el bipartidismo dominante se limita a ser la competencia controlada entre dos partidos que no tienen otra ideología que el culto al poder y al privilegio. Las únicas divisiones justas y reales en el mundo actual son las que separan a ricos y pobres, a poderosos y débiles, a los que mandan y a los que obedecen, a los demócratas y a los totalitarios, a los sinvergüenzas y a la gente decente.
Una derecha seria y auténtica no hubiera permitido jamás que los políticos delincuentes y sus aliados que han saqueado las cajas de ahorro españolas se mantengan impunes y en libertad, sin que ni siquiera se les haya reclamado el dinero robado, ni habría tolerado los nidos de corrupción descubiertos en el PP, un partido bajo sospecha generalizada de corrupción, ni habría podido gobernar después de haber incumplido casi todas sus promesas electorales, ni habría subido los impuestos hasta arrasar el tejido productivo y dejar a los españoles derrengados y asfixiados.
Rajoy y los suyos son, como Rubalcaba y los suyos, al igual que los de Izquierda Unida y los nacionalistas, simples bandas de poder, asociadas para disfrutar de su dominio injusto y antidemocrático de una sociedad desmembrada e indefensa, como es la española del presente. La ideología, para ellos, es un simple disfraz.
Revista Opinión
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