Como comentaba algunos posts atrás, este año que comenzó hace no tan poco vino acompañado de varios cambios. Algunos de ellos necesarios, otros que se veían venir y otros que todavía no se han concretado. Uno de ellos, el más crítico de cara al futuro quizás ha sido en el plano profesional/emprendedor.
Hace mucho tiempo ya que vengo dedicando una gran parte de mi tiempo al estudio e investigación sobre como las tecnologías de la información, las herramientas de la web social y la filosofía 2.0 pueden provocar puntos de inflexión en lo que hace a la praxis política. Esto siempre lo he categorizado en tres grandes cajas, una de ellas la comunicación política, otra es los procesos de participación ciudadana, y la última y no por eso menos importante, el enriquecimiento de los procesos de gestión pública y de las organizaciones estatales. En este blog estos temas han sido extremadamente recurrentes, por no decir que son el eje del mismo.
Pues bien, hace tiempo ya que venía con la idea de volcar todas estas experiencias que desde el Instituto Lebensohn y algunas otras colaboraciones con dirigentes y organizaciones políticas vengo realizando hacia un posible emprendimiento donde poder canalizar lo aprendido y relacionarme profesionalmente con el medio.
A esta altura del relato no puedo dejar de mencionar lo que fue y sigue siendo la experiencia que con Santiago Cravero llevamos adelante bajo el nombre de Ciclónico, donde hemos aprendido mucho, caminado senderos muy extraños y conocido gente muy valiosa. Claramente por aquí hay mucha tela que cortar y espero desde esta nueva empresa que estoy llevando adelante poder aportarle a Ciclónico en la forma que lo merece.
Ahora sí, ya el relato histórico nos sitúa en fines de 2009, cuando en una charla con una persona que me ha servido de modelo en el mundo de la militancia y la política, y figura a la cuál desde el momento en que lo conocí no dejo de inspirarme respeto, y porque negarlo, admiración en muchos momentos, comenzamos a moldear la piedra fundamental que le dio origen a lo que hoy es Ackropolis. El empuje, las ideas y la voluntad emprendedora de Cheveco, conjuntamente con su experiencia propia en el campo de la acción progresista en la política son un gran respaldo para que este proyecto tenga la forma que tiene, y tenga la proyección que tiene.Esa primera charla sobre lo que el Open Government es como idea y filosofía, sus potenciales, como se ajusta a nuestras ideas políticas y militantes, fue un punto de inflexión no sólo para nosotros, sino que espero que en el corto y mediano plazo para mucha gente más. Y en pocas semanas, esas ideas que quizás desordenadamente surgieron en una oficina cerca del Congreso de la Nación, se fueron moldeando en un Google Wave, a través de charlas, de chats, de algunas conversaciones en bares, y de a poco fue tomando forma, nombre e imagen.
Y el nombre no es un nombre al azar, tiene mucho contenido simbólico en si mismo, surge de la cuna de las civilizaciones democráticas, la Grecia Antigua, y allí es donde las acrópolis eran los lugares más elevados de las ciudades (polis), estratégicamente elegidos y construidos. Allí se encontraban las plazas públicas que eran los lugares donde la gente intercambiaba opiniones, debatía sobre la realidad de su polis y se informaba sobre las realidades del resto de su república, era el lugar donde nació el concepto de Democracia.
Nosotros desde Ackropolis nos proponemos revivir y fomentar ese espíritu de reavivar los espacios de interacción ciudadana, acercar el debate sobre las necesidades de la sociedad tanto a los ciudadanos como a los decisores políticos. Brindar soluciones, estrategias y herramientas que permitan aprovechar las posibilidades que nos brinda la red y todas sus variantes para lograr una sociedad colectiva mas justa, mas solidaria, donde todos podamos tener el mismo rango de ciudadanos plenos y tengamos la libertad de poder plantear nuestras ideas, nuestras posturas sin ningún tipo de restricción.
Esto es Ackropolis, así nació y seguramente esta es una primera página de muchas más que quedan por escribir.
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