Parlamento
Los españoles en general hemos sido y somos muy políticos en la barra del bar.Hemos discutido programas electorales o medidas políticas a troche y moche y como casi siempre subimos el tono en nuestras disertaciones para convencer al que discrepa de nuestras ideas.
Creo que en nuestro país hemos sido los pioneros de deslumbrar al otro con nuestros maravillosas e impecables soluciones a todos nuestros males, incluso no políticos.
Hemos tenido grandes maestros en los púlpitos de la iglesias. Hemos aprendido de los charlatanes que vendían crecepelos con verdadera maestría. No hemos quedado con la boca abierta como los trileros ponian la bolita en un cubilete determinado y aparecía en otro que no lográbamos acertar.
Hemos aprendido de los vendedores de enciclopedias enormes, interminables, imposibles de seguir comprando los dichosos fascículos que nos entregaban en mano para no escaparnos del siguiente fascículo.
Después había que encuadernar y poner orgullosos en nuestra librería de turno, seguramente para no consultar casi nunca, como mucho mirar los 'santos'.
Pero en la barra del bar hemos aprendido también a escuchar al 'otro', aunque a veces lo único que nos interesaba es que pagase su ronda correspondiente y nos íbamos tan amigos a nuestras respectivas casas.
Pero desde que tenemos una Constitución para convivir con nuestras ideas y discrepancias, los medios de comunicación inventaron la primera fórmula para expresar nuestros pareceres en la cosa pública y esto fueron las 'Cartas al director'.
Nos sentimos protagonistas de lo que penábamos y escribíamos esas cartas para alguna vez poder ver nuestra queja o sugerencia impresa en el periódico correspondiente. Podíamos entonces enseñar el recorte en la barra del bar, como si tuviéramos la patente de corso de nuestra irrefutable idea o queja.
Cuando llegó la Tv, eso fue otra cosa más que los agoreros de turno (siempre los hay) dijeron que la radio desaparecería. Cosas de los involucionismos que siempre existen.
Pero precisamente la radio, campeó y campea, y como es lógico ese medio de comunicación, tiene algo que no tiene la Tv, que no es otra cosa que la inmediatez de lo que está sucediendo.
Entonces la radio inventó la 'carta al director' pero en vivo y en directo haciendo entrevistas a los protagonistas de la nueva situación del país, debido precisamente a la aprobación de la Constitución del 78.
Estaba naciendo lo que después se ha dado en llamar 'el tertuliano' y las consabidas tertulias. Ahora es casi imprescindible la tertulia en nuestra vida cotidiana, para ampliar lo que entonces discutíamos en la barra del bar, pero ahora cobran por discutir.
Los partidos políticos han encontrado en estas tertulias la posible captación de votantes en las elecciones y concretamente en las próximas del 20-D, que son sin duda decisivas ante todos los acontecimientos que se agolpan en esta Europa.
Estamos ante un posible cambio que ya pronosticara nuestro sabio José Luis Sampedro.
Estamos en el cambio. Eso que siempre hemos arreglado en la barra del bar.