Cada vez que enfrentamos cara a cara una situación, tenemos la oportunidad de subir un escalón más, ó quedarnos allí estancados ó bajar escalones de la escalera de crecimiento, todo depende de la actitud con que la abordemos… cada quien decide.
Así que no temamos enfrentar cada situación en su particularidad, intentando resolverla de manera constructiva, con una actitud positiva y flexible, esa que nos permita avanzar, modificarnos, reinventarnos, crecer, actualizarnos, revisarnos… seguir escalando en la que llamo “escalera de crecimiento”. Sé que es un proceso de aprendizaje el reconocer en cada momento lo que vamos a decir, a hacer y modificarlo si es del caso, para actuar ascendentemente en esa escalera.
Hoy, casualmente, una amiga me inspiró con un par de mensajes en donde se apelaba a la valentía que implica enfrentar las situaciones con la verdad, sin excusas, sin justificaciones… Así que le escribí un parrafito con una reflexión donde plasmé algo así: “Uy qué fuerte eso de la valentía… más es una realidad con la cual debemos lidiar a cada instante, pues a veces por las razones que fuesen, sean adquiridas, copiadas conscientemente o inconscientemente, como parte de la domesticación a la que somos sometidos desde muy pequeños, bien por costumbre, todas ellas creando hábitos mal sanos, entre otras, que hacen que actuemos de manera patológica.
La buena noticia es que siempre tenemos la oportunidad de cambiar ese tipo de tendencia a justificarnos, a no comprometernos, a poner excusas para no decir y/o hacer cosas, a postergar … Y es precisamente cuando hacemos este reconocimiento, que me atrevería a asegurar que, con un giro de actitud en dirección ascendente, es muy pero muy probable que va a resultar de mucho mayor beneficio para vivir más saludablemente y por ende, mejorar nuestra calidad de seres humanos.
En cuanto a la verdad, compartía con mi amiga que, al final la persona que se acostumbra a mentir, es ella misma la más desfavorecida pues se está impidiendo disfrutar de los grandes beneficios de decir y actuar con la verdad, y con ello más bien ineludiblemente atraerá situaciones no deseadas a cualquier plazo; en tanto que, la persona que confió en sus palabras, no se debe sentir mal por haber creído si algo no salió de la mejor manera, por el contrario, ella a través de la confianza otorgada, abrió su corazón, _cosa que no todos se dan permiso_ y se adueñó de ese poder que le permitió disfrutar de los beneficios que causa de manera directa e indirecta este tipo de apertura en nuestra vida.
Ambos, el actuar sin excusas y con la verdad, se integran lindamente para nuestro bien vivir, facilitando ese proceso de subidita de escalones que incita a la evolución de nuestro ser.
Así que mucho ojo, estemos atentos en reconocer esos instantes en donde tenemos la oportunidad de cambiar actitudes que nos restan vida, y por el contrario, comprometernos con provocar un cambio cada vez que lo percibamos. Este camino es un proceso en el cual vamos adquiriendo cada vez mayor facilidad de actuar saludablemente, al punto en que llegará un momento en que simplemente actuamos casi sin pensarlo, en automático, es decir, pasa a ser un hábito en nuestro día a día… mmm que rico ¿verdad? . Estoy segura que de esta manera nuestra vida dará un salto en positivo y nos sentiremos mejor cada día.