Revista Cultura y Ocio

En la escuela

Por Calvodemora
En la escuela
Hay pocas fotografías que me eleven el ánimo más que ésta. Es una de las representaciones más sencilla de la felicidad que pueda verse. No sabemos de qué se ríen, no tenemos más información que la evidencia de que lo están pasando bien en un grado extremo, pero hay un trasvase entre la fotografía y el que la mira y se acaba inundado de alegría, que es una felicidad pequeña, de andar por casa. El oficio de maestro, el que ejerzo, del que vivo y el que me hace vivir, en cierto sentido, da la posibilidad de que asistas a momentos así. No se organizan, no están programados; tampoco hay una manera previsible de hacer que se produzcan, pero de vez en cuando ocurren y se alcanza ese sentimiento de complicidad absoluta, de alegría brutal también, en el que el tiempo de ellos -recién empezado a andar, limpio y puro - y el nuestro - ya avanzado, con sus muescas y sus rotos - se une. Digo que no es algo que suceda a diario. Quizá ni siquiera esté bien que suceda a diario. Todo lo que se convierte en rutina pierde su deslumbramiento, su capacidad de seducción o de fascinación. Y digo también que yo he visto muchos como éste. He visto cómo se dejan la vida en la risas, en los juegos; cómo transmiten paz y armonía y cien cosas más que no sabría contar ahora a los que observamos desde afuera. Y sé también que no es afuera del todo. Los maestros, que somos afortunados en tantísimas cosas, vivimos con ellos y somos, en parte, considerando la imposibilidad de lo que digo, niños o niñas que se ríen cuando ven en la pantalla algo que les gusta, cuando los juegos del patio son la única verdad del mundo, cuando la vida es limpia y es pura y es hermosa. Que pasen un buen día. Yo me voy a mi colegio ahora mismo. Igual hoy se produce uno de estos maravillosos milagros.

Volver a la Portada de Logo Paperblog