Revista Viajes

En la fiesta de la mamacha candelaria

Por Pablosolorzano
La melancolía me ha llevado a recordar que estamos a inicios de febrero y que en Perú deben estar celebrando, a orillas del inmenso lago Titicaca, la increíble FIESTA DE LA MAMACHA CANDELARIA, la virgen patrona del altiplano andino peruano, y recordé la primera y única vez que estuve allí celebrando esa fiesta (aunque he estado varias veces más en Puno) hace ya unos 5 o 6 años...
RUMBO A PUNOHabíamos elegido Puno como destino para realizar el "viaje de estudio" y la idea era coincidir con la celebración. Mis compañeros habían salido un día antes para conocer Arequipa y yo les daría el alcance en Puno mismo. Por fin, el sábado tomé un bus de Cruz del Sur en el centro de Lima (12:00 p.m. - 46 soles, sin baño, es el más barato, ahora esta empresa tiene su terminal en la Avenida Javier Prado) que por fallas mecánicas salió con retraso. Por lo que salimos a la 1 y 45 pm, deteniéndonos en tres terminales más.
Cuando compré el pasaje el bus estaba casi repleto por lo que no me quedaba más opción que viajar en la última hilera, en el asiento que estaba pegado a la ventana y que no volvería a escoger ya que no les ponen nunca cortina así que no tenía como protegerme del sol. De todas formas, para apaciguar el calor abrí la ventana y me entró un chorro de agua que no supe si agradecer (por lo del alor) o maldecir (por el extraño olor que tenía), así que hice de tripas corazón.  Hay que saber que en Perú existe la costumbre de tirarse agua en carnavales; es algo extraño en un lugar como Lima que es un desierto y donde casi no hay agua; posiblemente los limeños seamos los únicos que nos damos ese tonto lujo.  Felizmente, en los último años la cosa ha mejorado porque el gobierno ha puesto cierta restricciones para frenar esa costumbre que a veces llegaba a límite de violencia. Me puse los audífonos y a dormir. Desperté alrededor de las 5 p.m. para contemplar las sinuosas dunas en los desiertos iqueños; los  pobladores de los caseríos pequeños miraban el raudo paso del bus, lo veían pasar como un acontecimiento.
A las 9 pm estábamos en Nazca, la ciudad de las afamadas líneas, y nos detuvimos para cenar en un restaurante de ruta, donde los mozos se ponen como locos cuando llega un bus y tienen que correr por todos sitios gritando los nombres de los platos. Finalmente el bus partió, pero lo malo es que partió sin mí!!! Me había demorado lavándome los dientes y cuando salí ya no estaba. En la carretera tomé un taxi y el conductor ya imaginaba mi lío. Dicen que estos problemas suelen suceder por lo que estos taxistas ya son duchas en la materia de alcanzar un bus a toda velocidad. Así que nuestro “Schumacher nazqueño” pudo cerrarle el paso al bus, detenerlo y por fin pude subir. Y ahora sí hacia delante...
A eso de las 5 y 45 am una voz en el parlante me despierta. Es un hombre que promociona unas hierbas y remedios naturales (que él mismo hace) y que, asegura, depuran la sangre, desaparecen manchas, resucitan a los muertos y bla, bla, bla. Ya estábamos en la subida hacia Arequipa. A las 6 y 45 am del domingo llegamos al terminal terrestre: limpia, ordenada, cómoda pese a los gritos de las personas que anunciaban la próxima salida de los buses. Pero ya quisiera Lima tener un terminal terrestre como éste. Compré un pasaje hacia Puno a 25 soles (dicen que en otras fechas es más barato) en la empresa San Cristóbal del Sur que me lo había recomendado un amigo. Consejo: mis amigos habían salido en la noche anterior (la del sábado) en la empresa J.U.L.S.A, y no fue una grata experiencia, el chofer y sus ayudantes querían meter gente en el medio, a lo cual mis amigos se opusieron y se ganaron un lío. Dicen que esa empresa suele hacer eso. Están advertidos.

EN LA FIESTA DE LA MAMACHA CANDELARIA

Camino hacia Puno


EN LA FIESTA DE LA MAMACHA CANDELARIA

Vista de los nevados a la altura de Patapampa, camino hacia Puno


A las 7 y 15 a.m. partimos, con otro vociferante vendedor a cuestas. Pegado a la ventana tenía una vista privilegiada del imponente Misti que me dejaba ver su cresta. A las 9 y 40 paramos en medio de una hermosa y fría meseta. Bajamos a comer un peruanísimo choclo con queso, en un par de tienditas perdidas en la inmensidad de la puna. Algunos compran, otros aprovechan para estirar las piernas. Es domingo y para no perder la costumbre dos de los pasajeros del bus se ponen a jugar a los carnavales con un par de sprays que botan una espuma blanca, todo el mundo ríe. Seguimos viaje y pasamos por una hilera de pueblos en cuyas plazas celebraban el carnaval; las mujeres se visten con ropas multicolores y adornan a los niños con prendas parecidas, hasta las bicicletas han sido ornamentadas para la ocasión y una babilónica cantidad de cajas de cerveza se ven acomodadas en las esquinas. A las 11 y 45 am, entramos a la siempre comercial y fea Juliaca. Las calles están enlodadas y estropeadas por la lluvia. Algunas personas bajan y continuamos.
PUNO ES UNA FIESTA
Por fin, luego de casi una 1 hora y 30 minutos llegamos al terminal de Puno que estaba casi vacía. Llamé al hotel donde mis amigos estaban y me recomiendan tomar un taxi porque las calles de Puno se ponen peligrosas en fiestas. Contraviniendo los consejos cargo las mochilas y me voy… caminando. En el camino veo a la gente se confunde con los “diablos” de vestidos multicolores, osos, “chinas diablas” y demás personajes que más parecen haber salido de un aquelarre que de un conciliábulo de devotos de la virgen. Se oyen las trompetas de las bandas por todos sitios, en algunos lugares las comparsas bailan, la gente bebe cervezas en la calle, hay estrados y toldos montados en varias esquinas, el ambiente de júbilo se siente en cada rincón de la ciudad. La fiesta de La Mamacha Candelaria es a simple vista más pagana que religiosa. La gran mayoría de gente que participa en la misma (no solo los foráneos también los mismos puneños) saben que es una oportunidad para la celebración, el divertimento, el exceso... como ya se verá en lo que queda de este post.
Puno es el epítome de esa cultura abigarrada, efervescente, postmoderna de las grandes ciudades del ande. Un "pequeño monstruo" del interior, ya que el "monstruo mayor" es Lima, que muta y cambia cada nada. La ciudad en sí no tiene mucho por ver aunque la excepción es la notable Catedral en la plaza principal. Sin embargo es un buen sitio para moverse hacia los alrededores donde están los mejores lugares de la provincia.
EN LA FIESTA DE LA MAMACHA CANDELARIA
EN LA FIESTA DE LA MAMACHA CANDELARIA

Camino por la calle Tacna y por fin doy con el hotel Francis, recomendado. Entro al lobby y me encuentro con alguno de mis compañeros; pensaba que ya se habían ido al tour programado para ese día pero no, estaban a punto de salir, así que me pidieron que suba  y que deje mis mochilas porque una “combi” ya nos esperaba para llevarnos a ver las Chullpas de Sillustani. Así lo hice. Abrazos y besos con medio mundo.
Nos dirigimos a un cerro desde donde se tiene una gran vista del lago Titicaca. Fotos de rigor y continuamos. Llegamos y hacía un frío terrible, nos abrigamos y caminamos hacia las Chullpas que son inmensas construcciones funerarias de forma circular, hechas de grandes bloques de piedras. Este es un lugar donde se siente paz, tranquilidad y que infunde el mismo respeto que uno puede sentir en un cementerio moderno, tal es así que hasta hicimos un ritual místico que se llevó a cargo por nuestro guía Lalo. Otra cosa impresionante es que en la parte trasera de la colina en la que están las Chullpas se tiene una vista magnífica del Lago Umayo y su isla, el paisaje es un paraíso. Cuán acertados estuvieron los collas (cultura pre – inca situada en Puno) al escoger ese sitio como última morada para sus muertos. Más tarde empezó a caer una pedrada, así que antes de terminar con moretones en la cabeza apresuramos el paso para refugiarnos en la “combi”.
EN LA FIESTA DE LA MAMACHA CANDELARIA

EN LA FIESTA DE LA MAMACHA CANDELARIA

En la noche salimos a andar por las calles de la ciudad. Ese día, domingo en la mañana, todas las agrupaciones de baile van en una especie de caravana multicolor hacia el estadio de la ciudad para el CONCURSO REGIONAL DE DANZAS EN TRAJES DE LUCES donde en solo 8 minutos deben demostrar sus mejores pasos, aquéllos que han practicado por meses. Una vez terminado dicho concurso cada agrupación (algunos pueden llegar a los 500 participantes) se va a continuar la fiesta a cualquier rincón de Puno por lo que no es raro verlos danzar y desfilar por la plaza o por las calles cercanas a ésta. Así que luego de cenar quisimos formar parte de todo este jolgorio. Decidimos irnos a la plaza a ver que encontrábamos y pasamos por la calle Lima, que es la única peatonal y la más comercial de Puno. Está cerrada por sus costados por barras de metal para que la gente se ponga detrás y dejen suficiente espacio a los danzantes que pasaran danzando al día siguiente en un desfile interminable. Y en un momento, nos sentimos como soldados yanquis en Vietnam por que como si se hubieran puesto de acuerdo medio Puno nos emboscó y nos empezaron a fusilar con litros y litros de ese bendito spray de espuma blanca. Salimos hechos unos muñecos de nieve. Fue muy gracioso y divertido, lo bueno es que en esta fiesta todos parecen ser amigos, le echaban el spray a cualquiera y no se molestaban, te seguían el juego. Buscamos revancha por lo que compramos muchos de estos sprays y salimos a formar parte de esas "guerrillas urbanas del spray". Embarramos a la mitad del mundo y la otra mitad nos embarró a nosotros.
EN LA FIESTA DE LA MAMACHA CANDELARIA

EN LA FIESTA DE LA MAMACHA CANDELARIA

Me sentí verdaderamente feliz y contento de vivir una cosa así junto a mis amigos. Luego nos compramos unas cervezas y nos fuimos a la Plaza, como mucha gente, a sentarnos en uno de los estrados a continuar con la fiesta. Pasaban algunas bandas y comparsas y, producto del alcohol o la felicidad o de la belleza de algunas danzantes, nos animamos a acompañarlas bailando y cantando. Perdón Mamacha Candelaria por semejante papelón. Conocí un grupo de simpáticas arequipeñas y unos franceses con los que hice grupo y con quienes la pasé excelente. Es lo bonito de las fiestas en Perú, terminas haciendo amigos de todos sitios, aunque sea por una noche. Bien entrada la madrugada y ebrios de alegría (y otras cosas) nos fuimos al hotel.
LABERINTO DE COLORES
Al día siguiente, Lunes, nos fuimos al mercado central, que es pulcro y muy ordenado y que estaba a una cuadra del hotel, a tomar algo que sirva para resucitar (no sé por qué me acordé del vendedor de hierbas del bus). Paseamos un poco por la ciudad y nos fuimos al hotel a alistarnos porque ese día era el gran DESFILE de los grupos y bandas que el día anterior habían concursado en el estadio. Iban a mostrar sus mejores trajes y a bailar en honor a la virgen en una parada que se lleva a cabo siempre en la calle Lima (la calle de la emboscada del spray) y que se inicia a las 8 am., por lo cual oíamos la música, los cohetes, el griterío que nos regalaba este Puno festivo y único.
Mis amigos fueron más temprano al desfile y allí los encontré, ya habían separado unos asientos (algo que se debe hacer con anticipación) y nos pusimos a contemplar el desfile mientras que las cervezas iban y venían por nuestras manos. Figúrense una especie de “sambodromo” donde pasan las escuelas de baile haciendo gala de sus mejores ropas y pasos mientras que a los costados le gente se divierte mirándolos. 
Este desfile es algo así pero en una versión reducida y sin las mulatas que te muestren sus encantos.
EN LA FIESTA DE LA MAMACHA CANDELARIA

EN LA FIESTA DE LA MAMACHA CANDELARIA

EN LA FIESTA DE LA MAMACHA CANDELARIA

Hablar sobre cada uno de los bailes que vi sería infinito, si se toma en cuenta que había grupos de 500 danzantes, con tres o cuatro bandas de músicos y que se contorneaban delante de ti y a quienes tenías que dar ánimos para que bailen y aguanten y  “agasajar” con un buen vaso de cerveza. Además de ellos, la explosión de colores, las máscaras tan bien trabajadas, las ropas fastuosas (algunas cuestan miles de soles) y brillantes; los movimientos alucinantes de estos especialistas del baile; polleras flotando, hermosas mujeres ataviadas con sensuales ropas. No se escatima gasto alguno cuando se trata de adorar lujosamente a la Mamacha Candelaria.  Una enciclopedia viva e infinita de bailes ante nuestros ojos: Morenadas, diabladas, caporales, tontunas, tinkus, zampoñistas, doctorcitos, kallahuaya, ayarachis, llameradas, sikuris, caporales, waca – waca, chinas diablas, diablos, osos, gorilas, calaveras, seres de ultratumba, danzantes de tijera. Mayores y niños, hombres y mujeres, pobres y ricos. Como toda gran fiesta andina la horizontalidad ejerce su dominio. El papel de la mujer es importante en esta fiesta ya que las danzas y costumbres se trasmiten de generación en generación por el ramo materno. 
EN LA FIESTA DE LA MAMACHA CANDELARIA

EN LA FIESTA DE LA MAMACHA CANDELARIA

EN LA FIESTA DE LA MAMACHA CANDELARIA

De pronto tuvimos la suerte de ver a mi amiga Paola bailando para una de las comparsas. Ella es una bella bailarina profesional de danzas folclóricas y todos nosotros sus “fans” (debo admitir que yo era el presidente de dicho club) nos levantamos a pedirle la foto respectiva. Luego, en un descanso nos contaría sobre lo costoso que son las ropas de los bailarines, sobre los esfuerzos que hacen para llegar hasta aquí a adorar a la virgen y sobre las máscaras de Diablada que usaban algunos de sus amigos. Algo gracioso fue saber que los muchachos bailarines compran durante las fiestas sus paquetes de toallas higiénicas para ponerlos dentro de la máscara y evitar así el roce de la piel con el metal. Antes ponían espuma pero eso les producía escozores y erupciones en la piel. 
EN LA FIESTA DE LA MAMACHA CANDELARIA

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EN LA FIESTA DE LA MAMACHA CANDELARIA

EN LA FIESTA DE LA MAMACHA CANDELARIA

EN LA FIESTA DE LA MAMACHA CANDELARIA

Dejamos a los artistas seguir. Fue un día espectacular, aderezado por la chispa y las ocurrencias de mi grupo de amigos que son todos muy graciosos. Esto fue el paroxismo de la felicidad. Nos quedamos hasta las 9 y tanto de la noche. Regresamos al hotel a dormir, al día siguiente nos iríamos a seguir maravillándonos, pero esta vez hacia el lago Titicaca...
Pablo

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