Revista América Latina

En la Iglesia del Corazón de Jesús me encontré con Chávez y Maduro.

Publicado el 12 abril 2013 por Jmartoranoster

Carmen Cecilia Lara

De nuevo como el 04 de octubre pasado, nos hallábamos remolinos rojos humanos ubicándonos en el lugar correspondiente esperando la llegada del Hijo de Chávez para el cierre de campaña y decidí desprenderme de la ubicación indicada por la Universidad Bolivariana para ir a recorrer las avenidas plenas de gente que siempre salen a nuestro encuentro en cada marcha, en cada manifestación, en cada caminata cuando hacemos que las calles sean nuestras. Mucho más en este momento cuando nuestro Presidente y Comandante eterno estaba, pero ya no físicamente.

Salí con otro trabajador académico de la UBV para aprovechar y repartir volantes relativos a la importancia histórica de nuestra votación el domingo 14 de abril y al significado de la aparición del pajarito en el lugar donde oraba nuestro Presidente (E) y candidato a la presidencia Nicolás Maduro. Cuando ya habíamos avanzado de la avenida Universidad por la avenida Bolívar de repente nos perdimos y seguí sola hacia la Lecuna pensando equivocadamente que era una de las avenidas escogidas para esta histórica jornada.

Pasé al Parque Central a buscar algo de comer, y los ríos rojos corrían por todos sus pasillos y restaurantes. Luego decidí reincorporarme al recorrido tomando el atajo de la calle que une la Lecuna y la Ave. México contigua al Museo de los Niños para encontrarme con mis compañeros ubevistas. Estaba mal informada de que estaríamos cerca de la Esquina del Chorro y no los encontré. Entonces empecé a deambular en medio de una multitud que no me dejaba caminar. Ya las pantallas gigantes mostraban a Maduro llegando y abriéndose paso a través de varios vehículos, en uno de los cuales el sobresalía y saludaba efusivamente a seres humanos enardecidos queriéndole mostrar sus afectos y registrar alguna imagen para el recuerdo. Pensé, menos mal que no estoy por esa avenida porque lo que se veía era un vórtice que exprimía a quien estuviera próximo. Me dije, prefiero seguirlo viendo por las pantallas y no estar cerca de su recorrido para evitar esa especie de licuadora humana.

No había pasado cinco minutos de haber tenido este pensamiento, y de repente veo a la gente eufórica dirigirse con apretados movimientos hacia la Iglesia del Corazón de Jesús adyacente al lugar donde estaba. Me dije de esta no me escapo. Y de repente vi venir a Maduro acompañado de una algarabía y de varios camiones llenos de camarógrafos y periodistas. La emoción fue creciendo por segundos, como si fuera el mismo Chávez quien se aproximara. Me recordé las de veces que eso ocurriera antes, cuando fui testigo de personas que hasta perdieran sus zapatos al participar en esas intensas batidas. Ese sentimiento que hace latir el músculo del corazón más de la cuenta, se empezó a apoderar de mí cuando rememoré las muchas veces que también estuve en experiencias parecidas en mis viajes a la India para visitar a mi Maestro Sathya Sai Baba, quien también atraía inmensas multitudes. Allí el encuentro visual, cobraba un significado trascendente. En este caso, también.

Y de repente, veo que Maduro se levanta hacia delante con fuerza como buscando a alguien con su mirada. Bueno esa percepción sabemos la tenemos todos los que queremos ese contacto. La embriaguez de esa multitud que rodeaba exactamente la esquina de esa Iglesia donde se cruzan la Fuerzas Armadas y la Ave. Universidad aumentó. Y por la mitad de un segundo, sentí que hicimos contacto visual, el candidato de Chávez y del pueblo gigante de Venezuela y yo. Entonces me recordé conmovida que en esa misma esquina había visto llegar al Presidente Eterno en una de las tantas concentraciones y bajarse del camión que lo llevaba para meterse en una especie de trailer donde después me enteré estaba preparado un lugar de descanso porque había tenido alguna crisis debido al delicado estado de salud en que se encontraba que luego supimos a través de sus propias palabras nos escondía para no causar alarma entre los millones de sus seguidores. Es decir, había visto en la misma esquina al Padre y a su Hijo.

Hoy el pueblo demostró definitivamente una madurez y una lealtad a toda prueba. Somos millones que nos hemos crecido en el dolor de la partida de quien nos legara la Patria y remontado la cuesta para asumir esta tamaña responsabilidad de continuar con Nicolás Maduro su mensaje ratificando a la Revolución Bolivariana y todas las líneas estratégicas del Plan de la Patria.

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