Revista Cultura y Ocio

"En la playa de Chesil", película. "Chesil Beach", novela

Publicado el 13 febrero 2019 por Juancarlos53
Ayer vi por televisión "En la playa de Chesil", la versión cinematográfica de la novela de Ian McEwan, "Chesil Beach". Es curioso ver en imágenes lo que antes imaginamos en nuestra mente a través sólo de la palabra escrita. Lo primero que me ha sorprendido al abrir mi fichero de lecturas es comprobar -una vez más, ¡dios!- que el tiempo vuela (casi 12 años las separaban). Resulta que mientras en mi cabeza conservaba, creía yo, clara y nítida la historia de amor habida entre Edward y Florence, al ver la película dirigida con habilidad por Dominic Cooke me he dicho: ¿es esta la misma historia que leí en papel?
Billy Howle, Saoirse Ronan, Dominic Cooke, Ian McEwanLa verdad es que en lo esencial, una noche de bodas totalmente desafortunada entre dos jóvenes de extracción social muy distinta, vírgenes ambos de relaciones sexuales, la película concuerda bien con lo que yo recordaba: 
Edward (Billy Howle) y Florence (Saoirse Ronan) están profundamente enamorados y se han casado. En su penosa noche de bodas a través de varios flash-backs conocemos a sus familias: los Mayhew y los Ponting, respectivamente. Lionel (Adrian Scarborough), el padre de Edward, es director de escuela y está plenamente entregado a su familia dado el estado de su esposa, Marjorie (Anne-Marie Duff), la madre, que sufre daño cerebral desde que Edward tenía 4 años; el grupo familiar se completa con las hermanas gemelas de Edward. Del lado de Florence está Geoffrey (Samuel West), su padre, siempre preocupado por sus negocios y por su barco de recreo; en cuanto a la madre, Violet (Emily Watson), ésta sólo se preocupa por sus clases en la Universidad; y por último está Ruth (Bebe Cave), la hermana adolescente de Florence.
Ambos, pues, proceden de dos familias muy diferentes, de extracción social muy diversa. Edward es un chico de clase media que vive los problemas de los chicos de su época -1962- referidos a sexo, aficiones musicales (jazz, rock…) y que tiene como aspiraciones tras sus estudios de Historia en la Universidad de Oxford (Inglaterra) ser profesor y escribir biografías sobre personajes históricos que no alcanzaron gran notoriedad en la historia pese a haber contribuido decisivamente al protagonismo de los héroes.Florence, por su parte, pertenece a una clase alta inglesa con grandes apetencias culturales (la música clásica es lo que la mueve); parece vivir un tanto al margen de las pulsiones vitales de su época, sobre todo las referidas al sexo, su auténtico problema.
Ian McEwan, Chesil BeachLa estructura novelística es simple. Sólo cinco capítulos que van alternando el presente y el pasado hasta el 5 en el que todo se precipita y ambos tiempos se combinan más rápido. [Las citas en color azul que coloco a continuación van referidas a las frases con que se inician los respectivos capítulos. En color rojo las frases que cierran la novela]
1.
El capítulo apenas si dura una hora (lo que dura el noticiario de las 10 de la noche). Sirve este noticiario para contextualizar la historia: estamos en 1962 (Kennedy, Vietnam, Harold MacMilland en Gran Bretaña…). Es la noche de bodas de Edward y Florence. Se abre la novela con una advertencia-marco enunciada por el propio narrador-autor que en cierto sentido ya adelanta lo que puede acontecer:
"Eran jóvenes, instruidos y vírgenes aquella noche, la de su boda, y vivían en un tiempo en que la conversación sobre dificultades sexuales era claramente imposible. Pero nunca es fácil."
2.
"¿Cómo se habían conocido y por qué eran aquellos amantes tan tímidos e inocentes en una era moderna?"
Sabremos que se conocieron en Oxford donde estudiaron, él Historia, y ella Violín en el Conservatorio. Por formación y gustos son antagónicos: Él, más vital y popular: alcohol, alguna pelea a la salida del pub, deseos reprimidos (se masturba diariamente, bebe…), lo único cultural en su vida cotidiana es la música popular (jazz y blues: Chuck Berry, John Mayall, Brian Knigth…)
Todo esto lo conocemos en el breve lapso de tiempo que va del final del capítulo 1 donde el escritor ha dejado en suspenso el acercamiento de los dos jóvenes esposos al dormitorio donde se halla el tálamo conyugal.
3.
"Cuando Florence llegó al dormitorio, soltó la mano de Edward y, apoyándose en uno de los postes de roble que sostenían el dosel de la cama, se encorvó primero hacia la derecha y después hacia la izquierda, inclinando un hombro con gracia cada vez, a fin de quitarse los zapatos."
Ella intenta sobreponerse a la aversión que le supone realizar el acto sexual. Pero todo va a ser en balde pues la torpeza de ambos es evidente: la frigidez en ella la congela; la urgencia en él lo acelera, precipita, atropella y abrevia. Asco y desilusión se unen en Florence ante lo sucedido.
4.
En el año breve que transcurrió entre el encuentro con Florence en St. Giles y la boda en St. Mary, a menos de ochocientos metros, Edward fue un huésped frecuente de una noche en la amplia mansión victoriana al lado de Banbury Road.
Este capítulo explicita bien a las claras la enorme distancia social entre ambas familias y, pese a ello, el profundo amor que se profesan los jóvenes.
5.
Le vio acercarse caminando por la playa, una forma que al principio sólo era una mancha añil contra los guijarros que se oscurecían, y que a veces parecía inmóvil, contornos que destellabana y se disolvían, y otras veces súbitamente más próxima, como una pieza de ajedrez adelantada unas cuantas casillas hacia ella.”
En esta última parte se nos informa a un ritmo algo atropellado del discurrir de la vida de ambos tras el fiasco de la noche de bodas. El  foco está puesto en Edward que sigue a través de los diarios la exitosa carrera musical de la señorita Florence Ponting a quien nunca querrá ver en directo porque desea conservar en su memoria el momento de la separación cuando ella “no había querido saber que al huír de él, convencida en su congoja de que estaba a punto de perderle, nunca le había amado más, o con menos esperanza, y que el sonido de su voz habría sido una liberación para ella, y habría vuelto. Pero él guardo un frío y ofendido silencio en el atardecer del verano y observó la premura con que ella recorría la orilla y cómo las olitas que rompían acallaban el sonido del avance trabajoso de Florence hasta que sólo fue un punto borroso y decreciente contra la inmensa vía recta de guijarros relucientes a la luz pálida.
Todo lo dicho hasta aquí queda bien reflejado en el film. Pero, no sé a santo de qué, quizás como una concesión al gran público que desea historias cerradas que concluyan completamente sin dejar opción a imaginar qué habría pasado si..., el propio novelista en mi opinión yerra en su condición de guionista del film añadiendo una lacrimógena asistencia de Edward a un concierto ofrecido por el cuarteto musical liderado por Florence. Ambos ya sexagenarios, como pone de manifiesto la fecha sobreimpresa de 2005 y un maquillaje atroz que se ve falso hasta el extremo, lloran copiosamente cuando desde la distinta altura que supone el escenario y el patio de butacas -metáfora de la social que siempre existió entre ellos- se descubren y no pueden evitar las lágrimas pues en el fondo se han seguido amando y los prejuicios, la desinformación represora de unos años terribles los han abocado a perder una vida que podría haber sido bien distinta para ambos. En mi opinión, excesivo y ramplón este final.
Pese a esto la película se ve estupendamente y se disfruta la historia desgraciada de estos dos inexpertos jóvenes. Destaca especialmente la interpretación de ella, Saoirse Ronan, que compone una Florence de lo más creíble en sus dudas, sus apremios, sus ascos, sus melindres, sus contradicciones de jovencita enamorada que exactamente no sabe lo que quiere. También Billy Howle se mete a la perfección en el personaje del muchacho brutote y poco cultivado al que un poco más de sensibilidad y algo menos de estúpido orgullo habría salvado toda una vida de amor. El resto del elenco está también formidable: Adrian Scarborough en el padre de Edward, esforzado como pocos para sacar adelante a su mujer interpretada por Anne-Marie Duff quien transmite verdad cuando la vemos metida en ese mundo de práctica y conocimiento pictórico al que Marjorie reduce toda su existencia; y también la interpretación que realiza Samuel West de Geoffrey, el odioso padre de Florence sólo preocupado por lo suyo y que disfruta humillando de cualquier modo a su futuro yerno.

En conclusión, una buena película que pese a contar entre sus guionistas al propio novelista no llega a la altura de belleza y de matices que Ian McEwan transmite en su novela corta "Chesil beach". Tras conocer la historia de estos dos enamorados en ambos soportes, me quedo indudablemente con el original, o sea, con esa joyita que es una novela que no alcanza las 200 páginas.

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