Cuando yo era pequeña, los móviles eran unos ladrillos que se veían en las películas de hombres de negocios y policías.
En general siempre he odiado hablar por teléfono, porque me pierdo de las conversaciones al no poder ver a mi interlocutor.
Sin embargo amo los audios, y rescucho una y otra vez mis propios audios. Muchas veces no necesito ni feedback solo necesito soltarlo.
Ya se lo que estáis pensando...sino vas a escuchar la respuesta pues para que preguntas...
Bueno a veces ya he tomado una decisión sobre algo de manera consciente o inconsciente. Pero siempre lo saco "a la calle" para testearlo. Para saber si la idea va a funcionar. Y claro en la mayoría de los casos nadie está deacuerdo con lo que propongo...
Unas veces para bien y otras para mal, por lo general en temas que no implican ningún dilema moral me suelo tirar a la piscina y listo. En aquellas situaciones que implican alguna aplicación de principios y valores, que suele ser en la mayoría de los casos, ahí como que me deshincho...llevo años caminando como una equilibrista en una especie de "cuerda de los valores".
Allí donde otras personas están totalmente convencidas de lo que argumentan y yo no veo más que un sin fin de posibilidades y matices.
Otro punto, es cuando ya tengo la respuesta "correcta" y se el camino, pero no lo sigo por miedo a las consecuencias.
En la vida hay acciones que cambian todo para siempre pero también "inacciones" el mirar para otro lado el hacer como sino pasará nada. Es lo que llamo el "pueblo oveja".
Sé de lo que hablo porque muchas veces me comportó como oveja. La valentía es una virtud que me gustaría desarrollar en todos los campos y muchas veces no hace falta más que una palabra o un gesto.
La acción es pequeña pero el cambio es inmenso...
Llegados a este punto quería hablar de mi costumbre de presentarme en la puerta de las casas, en relación a qué no me gusta usar el teléfono, en relación a la resolución de conflictos o dilemas morales, y sí, porque ya voy reconociendo que tengo rasgos de "stalker".
Tengo infinidad de situaciones vividas en la puerta de las casas de personas que de verdad me importan.
Porque me encanta dejarme caer sin avisar, porque a veces hay algo que resolver y el momento es siempre ahora.
Sí, yo tengo ese don, el don de poder caminar tres calles para llegar a tu casa o cogerme un vuelo y cruzar tres países. Así soy yo, que cuando arranco, arranco.
Últimamente estoy en evitando muchas situaciones ya sea lejos o cerca. Aunque me lo pongan fácil no me apetece.
Es curioso porque en cuanto llego me siento como en casa, y pienso que bien haber quedado con esta persona.
Pero lo que me cuesta ahora es precisamente arrancar, tal vez necesito que alguien se presente a la puerta de mi casa y me diga: "tenemos que hablar"