En el número de marzo de la revista mensual Quo (en general, muy útil en lo que a divulgación científica se refiere) se cuela un artículo sobre el Reiki. Antes de leer el artículo, me di un pase por su web, y lo que se podía ver allí no era nada prometedor.
El artículo de la revista en papel tiene un gran título, “El Reiki en manos de los médicos”, y lo que viene después es … vamos a verlo.
El artículo comienza con la confesión de todo un neurólogo, que se interesó por otros modos de curar, como el reiki, por la enfermedad de una hermana. Para él, dejan de tener validez, por tanto, los ensayos clínicos y las pruebas a la hora de demostrar la efectividad de un tratamiento, y pasan a darse por buenas las apreciaciones subjetivas de alguna persona del entorno emocional cercano.
A este neurólogo, como se adelantaba en el párrafo anterior, le interesan más los resultados de las personas que buscan alternativas que el hecho de que ningún estudio riguroso demuestre que el reiki cura más allá de lo que lo haría un placebo. Un argumento muy simplista que puede ser aplicado en otras situaciones: millones de personas creen que el cuerno del rinoceronte cura el cáncer o es afrodisíaco; millones de personas creen que los huesos de tigre curan las dolencias óseas, como la artritis, y aumentan el vigor y la fuerza; o, y aquí no me atrevería a decir millones, muchos creen que las partes de los cuerpos de niños africanos albinos propician la riqueza. ¿Y quiénes somos nosotros para dudar de todas estas apreciaciones igualmente subjetivas? Se puede decir que alguna de las anteriores ejemplos es más disparatado y no comparable a la creencia en el poder del reiki. Podría hasta ser cierto. Pero ¿no se puede utilizar el mismo el criterio para darle veracidad a todas estas creencias? Hasta los videntes curanderos que tanto pululan en los parabrisas de nuestros coches deben tener su hueco como verdaderos sanadores, cuyos clientes y creyentes son igualmente respetables. ¿Por qué dejar entrar unas creencias en los hospitales utilizando ese criterio tan laxo y no dejar otras utilizando el mismo?
Más adelante, se resalta que “en EEUU el reiki ya está implantado dentro de la medicina integrativa desde hace muchos años“. Suena estupendo y grandilocuente, pero la medicina integrativa no es una especialidad médica, sino una pseudomedicina para colar lo de siempre con otro nombre. La medicina integrativa la definen sus propios practicantes como la suma de la medicina convencional y la medicina natural (por ejemplo, aquí), y tenemos que preguntarnos qué se entiende por medicina natural. La respuesta es, como cabría esperar, cualquier cosa: dietas ortomoleculares, homeopatía, masajes holísticos, acupuntura, ginecología integrativa, medicina tibetana, hidroterapia, Tai Chi y un largo etcétera. En palabras de algún responsable de uno de los hospitales que ofrecen estos tratamientos (privado en este caso, pero con muchos conciertos con la sanidad pública), se trata de “poner al alcance de toda la población y pacientes estos modernos tratamientos “… ¿Modernos?
Por tanto, el hecho de que el reiki esté vinculado a la medicina integrativa no le da más valor, sino que la pone justo en su sitio, en el de las demás pseudoterapias que no han sido capaces de demostrar su valía en siglos.
La autora del artículo nos cuenta que en la literatura científica no hay nada a favor, sino en contra, del reiki. Al fundador de una institución de reiki, “esto no le resta peso“. A los partidarios del reiki se ven reafirmados cuando médicos, enfermeros u otros profesionales sanitarios practican y aconsejan reiki, asumiendo que la autoridad médica les da más veracidad, pero cuando los estudios clínicos les dicen una y otra vez que esto es igual que un placebo, por causas desconocidas, la autoridad médica ya no les sirve.
Cuando esta misma persona te dice que lo bueno del reiki es que “observamos a un individuo más sano y vital, centrado, relajado y equilibrado“, uno se pregunta que dónde está la novedad. Un practicante de running, un tipo que se va de cena con los amigos, un músico o un oyente apasionado de música o alguien que se está absorto leyendo un libro, culaquiera que pinte un cuadro durante horas, un analista en su laboratorio absorto en sus experimento, un escritor planificando su próxima novela, encajan perfectamente en esta definición sin necesidad de acudir a energías milagrosas. ¿Cuál es la originalidad?
Me ha parecido muy necesario que el artículo deje claro que el reiki no es solo darle a la sin hueso con alguien y hacer que se sienta bien (esto es expresión mía). Nos recuerda que se basa en una idea anticientífica, a saber, que hay una energía vital (no medible, ni visible, ni con efectos demostrados y que, por tanto, solo existe en la imaginación, es decir, inexistente hasta que se demuestre lo contrario) que se transmite de unas personas a otras y que sirve para curar (autosanación). En este punto es importante resaltar lo que muchos practicantes y “maestros” reiki suelen decir: que el reiki no pretende curar. Pues sigan leyendo. Como puede apreciarse en el texto (o en cualquier medio difusor del reiki, como parace que este artículo hace) cuando una maestra reiki afirma que este no cura y que lo único que hace es desbloquear la energía bloqueada y activar los sistemas naturales del organismo para regenerarse y fortalecer el sistema inmunitario … quiere decir, efectivamente, que en definitiva sí que cura.
Y llegamos al asunto del voluntariado. Cualquier persona con un par de fines de semana de “preparación” puede colarse en el ala de oncología de un hospital y comenzar a propagar por allí lo que le venga en gana. No hace falta que sea médico ni enfermero, insisto, solo algún fin de semana para que te den un diploma de maestrillo y ¡voilá! podrás decir a tus conocidos que trabajas en oncología y que eres muy importante. ¿De verdad esto es mínimamente razonable? De momento, que yo sepa al menos, se trata de voluntarios que no cobran (corríjanme si me equivoco), pero no tardará mucho en llegar un servicio de reiki incluido en el hospital, y con empleados bajo nómina como está mandado. Luego desviaremos fondos de otras terapias, que sí funcionan, hacia el reiki, dando más aspecto de innovación y apertura de criterio al centro hospitalario. Puede que otras personas prefieran al maestro curandero africano de la ilustración anterior, que con todos sus collares y huesecillos mágicos puede hasta parecer más auténtico, y también tiene todo el derecho a colaborar en el hospital. Por resaltar lo obvio: no estamos hablando de alguien que ayuda, habla, acompaña, consuela, … , no, estamos hablando de personas con poderes sobrenaturales en sus manos que se cuelan en hospitales públicos con el beneplácito de sus gerentes con la excusa del “todo vale porque hay que tener la mente abierta”. Si se requieren, de hecho, personas que ayuden, hablen, acompañen, consuelen, ¿no sería mejor utilizar profesionales de verdad, por ejemplo, psicólogos o personas competentes que sepan manejar con profesionalidad estas situaciones límite?
Al final, en los últimos párrafos, encontramos la peligrosa afirmación de un cirujano vascular que dice que el sistema de salud debería evolucionar hacia un modelo menos biológico. Las implicaciones de semejante pensamiento son ilimitadas, porque falsas terapias basadas en la curación de las enfermedades a través de las emociones las hay a decenas, a cual más disparatada que la anterior, y todas ellas son muy poco “biológicas”.
Muchas personas, lo que suele ser habitual, desconocen exactamente los fundamentos teóricos de muchas pseudoterapias. Por ejemplo, pocos saben cómo se fabrica un preparado homeopático ni qué es la memoria del agua, en qué se basa la acupuntura y, en nuestro caso, en qué consiste exactamente el reiki. La mayoría piensa que se trata de hacer compañía al paciente oncológico, de consolar al deprimido o de animar a quien lo necesite. Por desgracia, es algo diferente. Lo anterior ayudaría a cualquiera: la compañía, la conversación y el apoyo emocional hacen mejorar el estado de ánimo de cualquiera, justo lo que los estudios de revistas de medicina complementaria confirman (y sin que esto implique curación de enfermedad alguna). Pero el reiki trata de la llamada imposición de manos transfiriendo a otra persona una energía universal “qi” que permitirá la autosanación, es decir, la curación. Es decir, un fenómeno paranormal en toda regla que acaba llegando al sistema público de salud con carta de veracidad.
Pero no el reiki no es solo esto. Las personas que no tienen suficiente información sobre esto deben saber que el reiki te hace culpable de todas sus enfermedades. Como se puede leer en esta página (aquí la captura, y se recomienda su lectura con detalle), John Curtin, al que mencionan en al artículo de Quo como fundador de una asociación reiki y, sabemos que es presidente de la Federación Española de Reiki, describe todo tipo de enfermedades y dolencias, incluido el cáncer, de las que se deduce que el único culpable de ellas es el propio paciente, y de esto en Quo no cuentan nada. Por ejemplo, “Problemas de espalda indican que sientes un exceso de responsabilidad pero no quieres admitirlo” o “la presión alta ocurre cuando no expresas tus sentimientos y emociones durante un largo periodo de tiempo. Vives constantemente al borde del conflicto, sin llegar a conclusiones, bajo una presión constante” o “el cáncer es la rabia que te consume, un deseo de auto-destrucción. La energía vital no nutre el chakra base al ser bloqueada por sentimientos de remordimientos, miedo y rabia interna proveniente de temas arraigados relacionados con el ego que no han sido perdonados“. Y todo así. De modo que no se trata de un señor muy bueno y amable que se dedica a empatizar con la gente y a conseguir su bienestar, no, es un señor que al parecer suscribe todas esas afirmaciones como ciertas, culpabilizando al enfermo de sus males. En esto consiste también el reiki, y a Quo se le ha “olvidado” contarlo.
Esto también es reiki
Esto también es reiki
Pero aún hay más. Los partidarios del reiki van un paso más allá y se pretenden ser algo así como maestros Jedi, que dominan esa fuerza vital universal. Puede uno encontrarse vídeos de tipos que mueven ladrillos con esta energía, chiflados que pretenden hacerte creer con un mal truco que apagan una vela con la energía vital o una lucha entre maestros taichi que dominan “la fuerza” y se dan leña sin llegarse a tocar o esta recopilación de maestros Jedi o esta demostración del poder qi. (Había uno de un tipo, aparentemente ruso, que presuntamente iba a parar los golpes de su contrincario con la energía qi, y recibía por todos lados, ¿alguien me ayuda a localizarlo?). Ya sé, es ridículo, pero estos vídeo y otros son aportados por los practicantes del reiki como una prueba de la existencia del la energía qi. Cualquiera de estos vídeos no pasaría el filtro del juicio crítico de cualquiera, pero al parecer no todos se hacen las mismas preguntas cuando ves confirmado aquello en lo que crees.
El artículo hace un recorrido muy rápido sobre algunos ensayos clínicos sobre el reiki que, en general, no dan buenos resultados o, en el mejor de los casos, con ligeras mejoras sobre el placebo, pero poco significativas. Lo que ya dudo que sea tan cierto es que “los ensayos clínicos son pocos” como dice la autora del artículo.
Por ejemplo, en el artículo podían haber mencionado, al mismo tiempo que vinculaban al reiki con la alternativa medicina integrativa, que la Asociación Americana del Cáncer concluye que, asumiendo que hay algunos estudios, muchos de mala calidad y con malas metodologías, no hay ninguna evidencia que apoye que el reiki puede tratar ni el cáncer ni ninguna otra enfermedad, recordando lo peligroso que puede resultar abandonar los tratamientos que sí funcionan o retrasarlos en beneficio de este tipo de falsa terapia.
También podrían comentar que el Centro Nacional para Medicinas Complementarias y Alternativas de EEUU recuerda que los estudios que dan la razón al reiki son pobres y malos en metodología y recomienda: “Reiki should not be used to replace conventional care or to postpone seeing a health care provider about a health problem“, que traducido significa lo mismo que antes: no reemplazar la medicina que sí funciona ni posponer los tratamientos, (por si acaso), y viniendo de un centro nacional de medicina alternativa es para echarse a temblar.
Incluso que la Cancer Researh UK también dice que no hay evidencia de que el reiki pueda prevenir, tratar o curar el cáncer o cualquier otra enfermedad, aunque admite que los practicantes del reiki lo utilizan para disminuir el nivel de estrés de los pacientes, algo que sospecho se puede hacer de muchas otras maneras sin anunciarse como hacedores de milagros, y que, por supuesto, no tiene nada que ver con la transmisión de radiaciones mágicas a través de la palma de las manos.
Ya copiándome a mi mismo de una entrada anterior, en un trabajo publicado en mayo de 2011, titulado algo así como “Investigación de cuidados estándar versus falso Reiki versus auténtico Reiki para aumentar el confort y el bienestar en un centro de quimioterapia” (noticia en The Guardian), se compara el tratamiento con reiki llevado a cabo por personas que no son “especialistas” en reiki (pero, por supuesto, el paciente piensa que sí lo son) con el tratamiento aplicado por “auténticos especialistas” en reiki. El resultado es que las personas que son tratadas por auténticos especialistas presentan una mejoría en su percepción del bienestar, en la misma magnitud que las personas que son tratadas por falsos terapeutas del reiki (que, recordemos, el paciente no distingue). Un tercer grupo de pacientes que no son tratados con reiki de ningún tipo, no presenta ninguna mejoría en su confort. La conclusión, evidente, es que el único efecto del reiki es que mejora la sensación de bienestar, con el consiguiente peligro de esto, ya que, en palabras de Edzard Ernst (fundador de la cátedra de Medicina Complementaria de Exeter y que, poniendo a prueba la fortaleza de este tipo de terapias, llegó a la conclusión de que no son terapias) “simplemente administrando un placebo como el reiki podríamos estar privando al paciente de un auténtico tratamiento específico. El enfoque de algunos entusiastas de las medicinas alternativas podría estar privando a los pacientes de los beneficios que necesitan y merecen. En otras palabras, detrás de la cortina de humo que son las medicinas alternativas, los pacientes no se beneficiarán más, sino menos”.
El propio Edzard Ernst y otros publicaron un trabajo con la misma conclusión: no hay evidencias de que el reiki fuese un tratamiento efectivo para ninguna condición.
Hace poco, incluso, nos hicimos eco aquí de un estudio piloto sobre reiki donde se concluía que el tratamiento Reiki tiene el mismo efecto que la compañía y la atención humana en la mejora de la calidad de vida en el cáncer de pecho. Decía Ernst: “Si los efectos (en la mejora de la calidad de vida durante la quimioterapia) se deben nada más que a la atención y a la compañía, no necesitamos maestros Reiki entrenados para hacer el tratamiento; cualquiera con tiempo, compasión y simpatía puede hacerlo.” Es decir, se pueden hacer cientos de estudios reiki y demostrar que el paciente se siente mejor, pero esto nunca probará que haya transmisión alguna de energía universal a través de las manos del supuesto sanador (básicamente, porque eso es producto de la imaginación), sino que supondrían cientos de pruebas más del funcionamiento del efecto placebo del cerebro.
El placebo, precisamente, es otro concepto que la autora del artículo que nos ocupa podría haber desarrollado algo más. Por ejemplo, contarnos que el efecto placebo es lo que las pseudoterapias utilizan en beneficio propio, asignando los efectos de aquel a ellas mismas, concediéndose un éxito que no les corresponde. No puedo dejar de subrayar las palabras escritas por @pablolinde en su reciente artículo ¿Se puede curar con la mente?:
“El poder del cerebro para sanar es considerable. Estas capacidades sirven a muchas pseudociencias o terapias alternativas para presumir de beneficios que no tienen nada que ver con la terapia en sí, sino con el efecto placebo que generan por la creencia del paciente en que se curará. También es campo de cultivo para la charlatanería y para quienes afirman que el cerebro lo es todo en la salud y que prácticamente la voluntad puede mantenerle a uno sin enfermedades. Pues bien, no es así.“
Estas carencias que se apuntan en los párrafos anteriores podrían haberse concretado bastante más en la historia que nos cuentan en Quo. Por ejemplo, aprovechando el espacio dedicado a las ilustraciones sobre los puntos energéticos del reiki, una bobada sin sentido que no me explico que pueda tener el espacio que tiene en una revista de divulgación científica. No creo que el artículo tenga la contundencia necesaria, pues solo menciona de pasada lo que la ciencia dice al respecto y se detiene con más ahínco en las declaraciones y pensamientos de partidarios de esta falsa terapia. Sospecho que detrás de todo está la famosa equidistancia, entiéndase esta como que todos tienen derecho a desarrollar sus ideas, pero en cuestiones de salud, como en muchas otras, la equidistancia no debería ser aplicable, puesto que con la salud lo que importa es lo que demuestra que cura, y el reiki no lo ha hecho. Sin embargo, tras la lectura del artículo de Quo la sensación es muy ambigua, tirando a mala.
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