Las series políticas de televisión suelen despertar mi interés. La danesa Borgen es de culto por antonomasia. Gira en torno a la primera mujer que se convierte en primera ministra en ese país. Sin embargo, En la sombra [Les Hommes de l’Ombre] es otra magnífica serie estrenada estas semanas en Sundance TV. Data de 2012, pero que llegue a nuestro país con seis años de retraso es lo de menos. Anoche acabó la primera temporada, que constaba de media docena de capítulos. El argumento se basa los entresijos de la política francesa. El presidente de la República, de visita en Saint-Étienne, muere en un atentado. Tras el magnicidio, se convocan elecciones presidenciales anticipadas. Philippe Deleuvre es el primer ministro conservador y, en principio, el candidato mejor posicionado. El consultor político Simon Kapita fue asesor del presidente fallecido. Regresa de Nueva York a París tras conocer la muerte de su amigo y busca un candidato que derrote a Deleuvre, con el que nunca tuvo una buena sintonía. Ese candidato es una mujer: la viuda del presidente asesinado, Anne Visage.
La serie bucea en los bajos fondos de la política, en las artimañas de los asesores que permanecen en la sombra, incluso en los chantajes a que son sometidos los candidatos y su entorno. Kapita se enfrenta a su antiguo discípulo, Ludovic Desmeuze, que lleva la campaña del inquilino de Matignon. La primera temporada concluye el día de la segunda vuelta en la elección presidencial. Hay quien asegura que la temporada siguiente no tiene el nivel de la primera, con ausencia de algunos de los actores y más centrada en la gestión y la política de comunicación, muy en la línea de la estadounidense El ala oeste de la Casa Blanca. El parecido de estas series con la realidad es tal que uno no ha de hacer grandes esfuerzos para imaginar lo que se cocina en la trastienda de la política por quienes la manejan.