Revista Cultura y Ocio

En la Vera

Por Jesús Marcial Grande Gutiérrez
En la Vera
Unos pocos días en la Vera, al remanso de Gredos, caldeados por el sol del sur que calienta las estribaciones de la Sierra y guarda su calor al resguardo del frío del Norte. Pernoctando en una casa rural, no lejos de la garganta del Alardos con su puente de reminiscencias romanas y su doble ojo. Perdidos en una soledad que de noche asusta y de día apacigua. Próximos a la antigua ciudad celta del Freíllo, donde los vetones contruyeron un magnífico castro de 20 Ha, hoy cubierto de helechos y cercado por formaciones de robles. Visitando este poblado de la Edad del Hierro y paseando sus camino de ronda hasta las abruptas laderas que dan al Alarcos donde hay un mirador que invita a imaginar la dificultad del asalto por aquel lado. Pensando que desde el s. III a.C. se vivió en esta ciudad que prosperó hasta el s. I a. C. cuando los romanos destruyeron parte de sus murallas para impedir levantamientos y resistencias, y esto hizo que los habitantes se trasladaran al llano a una zona no fortificad (en la zona del Castañar) donde más tarde se encontró una necrópolis de la que desenterraron un tesorillo (el terorillo de "El Raso). Pensando que a necrópolis de El Freíllo depararía un tesoro mucho más espectacular si lograran ubicarla y escabarla, cosa que aún no ha podido hacerse. Circulando por la comarcal EX-203, con sus márgenes espectaculares de gargantas y picachos, con sus coquetas labores de jardinería al paso por El Losar, con sus pueblos pintorescos donde se alzan fachadas y balcones inverosímiles. Degustando por precios asequibles los manjares locales: cluletones de Ávila, morcilla de calabaza, lacón a la gallega salpimentado con auténtico pimentón agridulce de la Vera, licores de cereza del cercano valle del Jerte, perrunillas veratas... Visitando el particular museo del juguete de Candeleda y escuchando embelesados a su dueño mientras contaba anécdotas sin fin de sus preciados juguetes. Avistando desde Gisando las laderas meridionales de Gredos, percibiendo continuamente los perfiles de sus picos, encontrando a cada paso veredas que se internan hasta el espinazo de la sierra y llegan a los Galayos, o a la Laguna Grande e incluso al mismo Almanzor. Internándonos en cuevas gigantescas, subterránea catedral de piedra caliza con bóbedas inmensas repletas de esculturas naturales bellísimas.  Relajándonos en la antigua soledad de Yuste, hoy tumultuosa y más si es doce de octubre, fiesta nacional, donde la entrada es gratis. Solazándonos con breves paseos entre pinos y castaños. Picoteando un higo chungo a la orilla de la carretera. Triscando entre grandes rocas de granito y ollas de gigante en las pétreas gargantas de los ríos serranos... Así pasamos Charo y yo, estos cuatro días de puente y aquí lo cuento como homenaje a esta comarca de la Vera tan rica en todos los sentidos menos en el económico (que ahí no se la ha sabido valorar lo suficiente).

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