Revista Cultura y Ocio

En la vida no se producen argumentos, Josep Pla

Publicado el 21 diciembre 2020 por Kim Nguyen

Después de hablar, durante tantos años, de lo que es y no es una novela, se ha llegado a tener una idea tan vaga sobre este género literario, que temo que La calle estrecha deba ser considerada como una novela de las del montón.
He aquí, esquemáticamente explicado, lo que sucedió con este libro.
En un momento determinado me pareció divertido, sobre todo para evadirme de la pesada actividad periodística, utilizar la idea stendhaliana del espejo. Así es que hice pasar un espejo —mi modesto espejo— por una pequeña población del país, por una población llamada Torrelles, de unos cuatro mil habitantes. El espejo reflejó las imágenes que viven en este libo —imágenes que he descrito lo mejor posible y de acuerdo con las preferencias que mantengo desde la época, ya lejana, en que empecé a escribir: es decir, procurando poner el máximo interés en los detalles.
El espejo me proporcionó una serie de imágenes, pero acabé comprobando que no reflejaban ningún argumento trabado, ninguna arquitectura concreta. Un espejo es una fuerza pasiva, desprovista de facultades ordenadoras. Si el espejo no refleja ningún argumento es que por delante suyo no pasó ninguno. Ahora bien, como que este hecho me confirmó la sospecha que ya tenía de que en la vida no se producen argumentos a no ser por una rarísima casualidad —y que, por lo tanto, las novelas con argumento, más que reflejar la vida, arbitran una forma de artificiosidad—, no me consideré lo suficientemente autorizado para ser más papista que el papa ni, por lo tanto, a modificar ni en lo más mínimo estos reflejos del espejo.
El solo hecho de que el público crea que las novelas deben tener argumento, no quiere decir ni mucho menos que existan argumentos en la vida. Esta necesidad del público es lo que demuestra que la vida, llevada al terreno literario, es una segregación informe y caótica de imágenes. La fatiga que produce este caos incesante e incomprensible es lo que hace desear una ordenación y una coherencia, aunque sean artificiales, arbitrarias y completamente inverosímiles. El bosque siempre enerva un poco. El jardín es más lógico y de mayor placidez. La característica de la vida viene definida por su insobornable variedad. Por eso hablamos siempre de la unidad como de un paraíso perdido en una lejanía tan remota que nos deja desolados.
Así pues, La calle estrecha no contiene ningún argumento satisfactorio. Ponerle uno habría rebasado mi proyecto, que era —repito— utilizar y simplemente el espejo. He tratado puramente de practicar la definición stendhaliana en un lugar concreto y determinado. Las imágenes reproducidas por el espejo no están tocadas —ciertamente— de una belleza ideal. Son imágenes absolutamente vulgares, de una extraordinaria vulgaridad. No me he atrevido a modificarlas ni aún mucho menos retocarlas. Son imágenes de la vida tal como es, más que imágenes inventadas y convencionales. Son imágenes de la realidad. En este sentido, el presente libro se encuentra en la línea de la prosa que se escribe en los países en que existe todavía una literatura. Esta prosa se halla afectada por un creciente respeto a la realidad prodigiosa e inagotable, grosera y mágica.
Esta novela es, en último término, el resultado que he obtenido pasando mi espejo por la calle Estrecha de Torrelles. Si la pequeña aventura no ha conseguido efectos más conspicuos y brillantes, ello se debe sin duda a que estos tiempos que vivimos no pueden dar más de sí.

Josep Pla
Palafrugell, otoño 1949
Cadaqués, primavera 1951
Prólogo a La calle estrecha
Editorial: Destino
Traducción: Néstor Luján

***

Un roman est un miroir qui se promène sur une grande route. Tantôt il reflète à vos yeux l’azur des cieux, tantôt la fange des bourbiers de la route. Et l’homme qui porte le miroir dans sa hotte sera par vous accusé d’être immoral! Son miroir montre la fange et vous accusez le miroir! Accusez bien plutôt le grand chemin où est le bourbier, et plus encore l’inspecteur des routes qui laisse l’eau croupir et le bourbier se former.

Stendhal
Le Rouge et le Noir, I, XXIX

Foto: Josep Pla

Previamente en Calle del Orco:
El teatro de Chéjov es el drama de la vida misma, James Joyce
La irrupción de lo contingente en una vida, Simon Leys


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