Revista Coaching

En las charlas TED, no es oro todo lo que reluce

Por Jofoba @jordifortunybad

Recientemente, en casa, nos hemos comprado una aspiradora de esas tope modernas que cuestan un pastón.

Así que con toda la ilusión del mundo, el día que nos llegó, nos pusimos a full con ella. Y cuando digo a full, quiere decir con el modo máximo de aspiración y el accesorio más pro. A ver, si tiene un modo de potencia máxima, que aquello parece el reactor de un caza, ¿por qué no ir a tope? ¡Si mola mazo!

Pues va, y el aparato a los cinco minutos se para. Será que no la hemos cargado bien. La volvemos a cargar y pasa lo mismo. Me voy a las instrucciones, a la web, etc. ¡Y allí pone que da para 60 minutos! No entiendo nada, así que contacto con el servicio de atención al cliente. Y después de un buen rato, terminan diciéndome que el modo máximo solo da para 5 minutos. Y que, obviamente, los 60 minutos son en unas condiciones muy determinadas.

Me cabreé un montón. No por las prestaciones, que puedo vivir con ellas. Si no por montar un modo de funcionamiento «casi inútil» y no ser totalmente transparentes sobre las consecuencias de usarlo. Y también de no contarme las buenas prácticas —reales— para utilizar la aspiradora. Y mira que es una marca top top.

¿Por qué no ser claros? Porque el mundo está montado así. La honestidad no vende.

Desde siempre me he sentido muy incómodo con las charletas de vendedor de crecepelo del antiguo oeste que te vas encontrando por ahí.

Que si personas vitamina, que si la pasión y el entusiasmo lo son todo, que si el éxito está en madrugar…

Es como si no pudieras tener un mal día. O que si eres de las personas a las que se les pegan las sabanas no vas a lograr nada en esta vida.

Sistemáticamente, cuando alguien me pasa un vídeo viral, o me viene alguna persona hipermotivada después de una charla de estas, les invito a hablarlo en unos tres meses. Que si para entonces siguen recomendándomelo, me lo miro.

Y siempre pasa lo mismo.

Que la persona vitamina vuelve a ser la persona cagarrina.

Esta situación también me recuerda a un producto para el cuidado del pelo que fabricábamos en mi primer trabajo. El resultado inmediato era lo más, pero en el momento que las dejabas, tu pelo volvía inmediatamente al estado anterior. Pero tú volvías a un estado peor: tenías que asumir estoicamente que tu pelo era el que era.

Pues lo mismo con estas píldoras.

Y no digo que no tengan razón en su fundamento.

De hecho, si te lo negara sería imbécil, porque todas se basan en obviedades tan obvias como que el sol sale por el este.

Si tienes una persona que te abraza cada día: suma. Si haces algo con pasión: mejor. Y si te levantas pronto: tienes más tiempo (en que lo inviertas ya es otra cuestión;)).

Pero lo cierto es que después de los 18 minutos de la charla TED, ahí te quedas tú, con tus circunstancias.

Y, sobre todo, enfrentándote a una ley tan cierta como la de la gravedad: si quieres cambiar algo, cuesta lo que no está escrito.

Las cosas son como son. Y esto estaría bien que se integrara en el mensaje. Qué te dieran un mapa real y realista.

Pero claro, como en la aspiradora, si se pone demasiada clara la realidad del funcionamiento, o que el modo máximo en realidad es casi un fake… se termina el negocio.

Y no te equivoques, no eres la víctima. Ni lo soy yo. El mundo es así porque lo hemos hecho así. ¡Tod@s culpables!

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