Revista Cine
Presentado en Berlín 2017 con el irónico nombre en inglés de “Have a Nice Day”, Hao Jile(China, 2017), segundo largometraje animado del cineasta chino Jian Liu (opera prima Piercing I/2010, no vista por mí), ha llegado casi de forma simultánea al DVD de importación y al servicio streaming de Amazon Video. Se trata de una muy entretenida cinta animada que, sin tratar de ocultar sus muy obvias influencias cinefílicas, plantea una seca visión desencantada de la China del nuevo siglo.Estamos en algún lugar de China. Mientras el gánster verborreico apodado Tío Liu (voz de Siming Yang) dirige la tortura de un antiguo amigo de la infancia, al otro lado de la ciudad un millón de yuanes están cambiando de manos: el joven chalán Xiao Zhang (voz de Changlong Zhu) le arrebata una maleta llena de billetes al chofer del Tío Liu, Lao Zhao (voz de Kai Cao), con la idea de pagarle una cirugía plástica a su novia. En el transcurso de la cinta, veremos pasar todo ese dinero de mano en mano, de las del joven enamorado Xiao a las de cierto excéntrico inventor, luego a las de la novia madura de él, de regreso a las de Xiao y así hasta finalizar los bien tramados 77 minutos de la cinta, en la que aparecen también un par de jóvenes motociclistas y el infaltable –por lo menos en este tipo de filmes- asesino profesional (casi) invencible.A través de una animación tradicional hecha a mano, se nos presenta una China oscura, grisácea, deslavada, con personajes mal vestidos, con un perpetuo cigarrillo en los labios y un teléfono celular en la oreja. La bolsa llena de billetes con la efigie del líder comunista Mao es el perfecto McGuffin por el cual conocemos a este grupo de personajes a los que no les interesa más que el dinero, un mundo exterior añorado/idealizado –el estatus de tener una hija estudiando en Estados Unidos, el sueño de pagar una cirugía plástica en Corea del Sur- e iniciar una empresa a partir de una idea original y exitosa, cual deseando ser los Steve Jobs del Lejano Oriente.Así pues, las digresiones típicamente tarantinescas –el monólogo del Tío Liu sobre sus recuerdos infantiles, una conversación en la que dos personajes discuten los poderes de Dios o Buda- se entrelazan con súbitos episodios violentos y estos con algún delirante interludio musical que bien podría provenir de alguna añeja película de propaganda maoísta. El resultado es una cinta que nunca deja de sorprender en su forma –con esa efectiva animación de corte realista- ni en su fondo -pues la historia pudo haber sido dirigida, con actores de carne y hueso, por el mismísimo Zhangké Jia.Por el resultado visto en Hao Jile, habría que buscar la primera película de Jian Liu, realizada en 2010, y esperar que termine su tercer largometraje, también animado, que se encuentra en proceso de producción. Ánimas que no tarde siete años en entregarlo.