Revista Comunicación
BATMAN: EL CABALLERO DE LA NOCHE ASCIENDE
data: http://www.imdb.com/title/tt1345836
En la ciudad viciada, los millonarios danzan en los banquetes de caridad con los funcionarios corruptos, indiferentes a la masa sumergida en el infierno bajo sus zapatos. Entrechocan sus copas de champagne, ignorando la tormenta que se acerca. Explotará la anarquía y los desempleados del mundo pondrán su futuro en manos del líder populista, con carroña entre sus dedos que hieden a muerte, y a sangre, y a dictadura, y a locura, y a sombras en el alma, y a la noche más oscura. Gótica se deshace entregada al villano de turno, el Némesis que suelta de la cuerda sólo para darles la cruel esperanza antes de la disolución final. Y sólo un puñado de justos y un héroe debilitado, separa a la ciudad de su destrucción definitiva.
“Batman: el Caballero de la Noche asciende” es un cierre de altísima calidad para la trilogía de Christopher Nolan. Costaba pensar cómo se las ingeniaría Nolan para superar lo hecho en la segunda parte, con la superlativa actuación de Heath Ledger en un Guasón antológico. Si en ese capítulo, Nolan se había asomado a la esencia del mal, en este final, indaga sobre las perversiones de los sistemas políticos. Ciudad Gótica, ocho años después de la muerte de Harvey Dent (i.e., de la segunda película de la saga Nolan), florece libre del crimen organizado, cuyos integrantes están detenidos en la prisión de la ciudad. Parecen haber ganado la batalla.
Pero esa paz está asentada sobre una mentira: la verdad sobre la muerte de Harvey Dent, que mantiene en secreto el Comisionado Gordon. ¿Cómo puede fundarse el futuro de una ciudad sobre una mentira? ¿Cómo se puede subestimar la capacidad de un pueblo, protegiéndolo de sí mismo, protegiéndolo de la verdad? Ciudad Gótica es un gigante con pies de barros, un gigante podrido en su interior, en el subsuelo donde se agrupan los descastados, los perdedores del sistema, los que no tienen nada ni nadie. Ha escondido sus escaras, en la cárcel o bajo el pavimento. Pero están ahí. Y habrá alguien que los manipulará, con demagógica eficacia, para apurar el caos final. ¿Por qué? Porque, como ya lo dijera Alfred en la película anterior, hay hombres que sólo quieren ver arder el mundo. Sólo falta una población en contradicción con sí mismo, como Ciudad Gótica, para darles la chance de destruir todo lo que se le ponga al lado.
“Batman: el Caballero de la Noche asciende” es una película de héroes, más que de superhéroes. De héroes múltiples. No es sólo Batman. Es Blake, es Selina Key (Gatúbela), es Gordon, son los miles de policías que enfrentan la batalla final, son los chicos que salen a golpear las puertas alertando a la Ciudad que el fin está cerca. Héroes reales, héroes imperfectos, héroes que, con sus carencias, enfrentan el mal, alianzas improbables pero necesarias para lograr lo épico: salvar a la ciudad de los villanos. Esos héroes justifican la sobrevivencia misma de la ciudad; su existencia es el argumento más fuerte para descalificar la sentencia de la Liga de las Sombras. Un puñado de justos puede salvar al mundo.
Un tema principal de “Batman: el Caballero de la Noche asciende” es la confianza. Confianza en que un individuo puede cambiar; confiesa en que uno puede superarse y superar las tragedias de su pasado; confianza en que una sociedad es responsable de su propio destino y puede gambetear su final de corderos marchando al matadero. La confianza es una apuesta arriesgada. Lo sabrá Bruce Wayne: confiará y será traicionado; pero al final, volverá a confiar, para ganar.
Como en toda la saga, los efectos especiales están subordinados al guión. Los hay, pero escondidos. El peso es la historia, el drama, los contrapuntos, las vueltas de tuerca, las historias y subhistorias. Hay un puñado de muy buenas actuaciones. Destacan, muy especialmente, Tom Hardy como el siniestro Bane, Joseph Gordon-Levitt como Blake y Anne Hathaway como Selina-Gatúbela. Bale, Caine, Cotillard, Freemann, acompañan con correctas actuaciones.
Hardy tenía sobre sus espaldas el peso de su antecesor, el Guasón de Heath Ledger, y sale más que satisfactoriamente del paso, con un oscuro personaje, lleno de brumas. Gordon-Levitt es el personaje distinto, el joven policía probo que querrá luchar contra el mal, a pesar de las estructuras corruptas de la institución policial. Y esta Gatúbela de Hathaway (humana, ladrona con buen corazón, atracción de Wayne-Batman) es un hallazgo, otro muy buen papel de una actriz que sabe enfrentar cada rol desde un flanco diferente. Hathaway le da a su villana no tan villana, el toque justo de seducción y naturalidad. La Gatúbela de Michelle Pfeiffer era un ser a mitad de camino entre la humanidad y la monstruosidad; un personaje eminentemente sensual que había cruzado una línea de la cual no podía volver. La línea que enfrenta el personaje de Selina es otro más terreno, menos sobrenatural: el de volverse una escéptica individualista, que busca sólo su salvación sin importarle del resto. Menos épico, más cotidiano, el desafío de Selina es el mismo que enfrenta, cada personaje de la historia: la Ciudad, como cada uno de ellos, merece otra oportunidad.
Digno final (¿final? Hmmm... sospecho que esto no acaba acá); buen relanzamiento de Batman, un personaje que ha encontrado alcanzar la excelencia en el cine, cosa que ha sido bastante esquiva para su colega, Superman.
Mañana, las mejores frases.