Malasia se independizó de Reino Unido a finales de los años 50 del siglo pasado. Su ubicación, entre distintos países y multitud de islas, hace que confluyan personas de muchas nacionalidades e idiomas distintos, por lo que tiene una enorme riqueza cultural y étnica. Este joven país, a pesar de no tener una producción especialmente extensa, consigue realizar algunas películas realmente interesantes y bien ejecutadas. Algunos de los directores más prolíficos de Malasia en los últimos años son: James Lee, Woo Ming Jin, Syamsul Yusof o el propio Yuhang Ho (el director de la película analizada en este artículo). Un caso particular es el de James Wan, quien, habiendo nacido en Malasia, ha desarrollado su carrera cinematográfica primero en Australia y luego en Estados Unidos, por lo que no hay producciones malayas en su currículum.
Lo más destacable y universal que plasma este filme es el modo en que se tratan a las víctimas y a los “verdugos”. Ni los primeros son tan inocentes y tienen el alma limpia y pura, ni los últimos son tan malvados y quieren destruir el mundo, como en las simplificaciones de las películas más infantiles y vanales. La escala de grises de las personas se aplica en todas partes del planeta, y creo que esta visión de Yuhang Ho es un acierto. Además, muchos son los temas paralelos que se tratan durante el apacible aunque oscuro relato: las relaciones paterno-filiares y las influencias familiares que se crean, la contraposición del planteamiento de personas en un entorno con poder adquisitivo frente a otras con escasos recursos, el aprovechamiento de quienes extorsionan y el punto hasta el que una persona puede llegar a reaccionar empujado por el estrés de su situación personal.
Técnicamente es una muy buena obra: tanto en lo visual como en lo sonoro. La fotografía tiene un tratamiento delicado, y consigue que el espectador permanezca atento a la pantalla aunque no se desarrolle en exceso el guión. En cuanto a la música, es escasa pero muy bien escogida y, aún más importante, especialmente bien insertada, con unos momentos llamativos en cuanto a la disposición de la banda sonora.
Los actores son comedidos, como requieren sus personajes, salvo momentos puntuales, en los que “explotan”. Si tengo que poner algún “pero”, lo dejo sobre todo para ciertos momentos que no se terminan de explicar, aunque a veces es mejor dejar que la mente del espectador complete el mensaje que lanza el director. Logra hacernos muchas preguntas pareciendo que no ocurre nada en la película, y eso, para mí, es un gran mérito.
El planteamiento narrativo, que se basa en hechos reales, es el siguiente: un joven con pocos recursos económicos, hijo de una mujer que tiene problemas con la bebida (habiendo sido abandonada por su marido al irse con su hermana más joven y con dinero), tiene una relación con una menor. Cuando los padres de la menor, que viven en condiciones bastante por encima de las de la primera familia, lo descubren, extorsionan al chico y a su madre amenazándolos con llevarlo a los tribunales y les piden dinero a cambio.
El problema mayor aparece cuando ellos consiguen ese dinero, lo pagan, y los padres de la chica dicen que seguirán adelante con la denuncia, lo que desencadena el drama que hace que exista este filme.
No es una película fácil, no es para todos los públicos, pero sí para quienes prefieren una historia reposada, tranquila y que, sutilmente, muestre mucho más de lo que parece que muestra en una mirada más generalista y simplista.