
«El matrimonio es una larga conversación». Esta frase de Rudyard Kipling reverbera en las páginas de En manos de las furias(2015), de Lauren Groff (Cooperstown, Nueva York, 1978), obra finalista del National Book Award y seleccionada por numerosos medios en las listas de lo mejor de 2015. La guinda del pastel fue que Barack Obama la consideró su lectura favorita del año (sí, hay presidentes que leen, y lo cuentan). Groff, que ya había publicado las novelas Los monstruos de Templeton (2008; Salamandra, 2010) y Arcadia(2012), y la compilación de relatos Delicate Edible Birds (2009), se ha consagrado con En manos de las furias como una de las nuevas voces más interesantes de la narrativa estadounidense. Se suma a una larga estirpe de grandes escritores que han diseccionado las dobleces del matrimonio de clase media, los matrimonios sobre los que han escrito Alice Munro, Anne Tyler, Jonathan Franzen, Elizabeth Strout o, por citar un ejemplo reciente, Jenny Offill. Ese matrimonio «ideal» en apariencia que sin embargo se resquebraja cuando se analizan sus engranajes particulares, cuando se abre la puerta del hogar y se entra en su espacio privado.Una tragedia… estadounidenseSe llaman Lancelot (Lotto) y Mathilde. Se casaron a los veintidós años y a ojos de sus amigos son la viva imagen de la pareja perfecta: jóvenes, guapos y cultos. Él, de familia adinerada, se convierte en un dramaturgo de renombre, mientras que ella, que apenas habla de sus orígenes, trabaja como editora y revisa los textos de su marido. No tienen hijos y apenas se relacionan con el resto de sus parientes. Con el tiempo, Lotto cosecha éxitos mientras Mathilde permanece en la sombra. Por el trabajo de Lotto, abundan las referencias a la mitología griega y a Shakespeare, aunque él no sospecha que su propia vida pueda convertirse en una tragedia. Bajo esta calma aparente, esta monotonía del matrimonio afianzado, se esconden, no obstante, muchos secretos. Una inesperada revelaciónen la mitad de la novela hará que la perspectiva sobre la pareja dé un giro de ciento ochenta grados. La perspectiva del lector, pero también, y sobre todo, la de los involucrados.

Lauren Groff
A pesar de esta interpretación posmoderna, En manos de las furias destila ecos clásicos. Desde el lenguaje de la autora, poético y rico en juegos de palabras, al trasfondo que vertebra toda la acción. Por una parte, el hado: los dioses que guían la vida de las personas. Por la otra, las furias: las criaturas mitológicas encargadas de castigar a los seres humanos por su crueldad. Groff se distancia del realismo habitual de sus coetáneos con este toque mítico de la tragedia griega, una sublimación que, junto a su escritura seria y refinada, engrandece lo que nos cuenta. En una época en la que predomina la falta de sentido, la ruptura de los discursos, Groff recupera la dimensión épica en la historia de un matrimonio de hoy. El resultado es una novela inteligente, sugestiva y muy potente. La amarán o la odiarán, pero nadie pondrá en duda su atrevimiento.