Artículo de Rafael Moneo: <<Luis Moreno Mansilla estaba entre los mejores, por no decir era el mejor, de los arquitectos que han pasado por el estudio. Su pérdida
deja atrás una obra valiosa desgraciadamente interrumpida. El estudio
deberá ahora reajustarse y hay que confiar en que no se convierta en
otra cosa. Por más que el trabajo de los dos pueda considerarse como
hecho al unísono, los matices de una personalidad tan compleja, sutil y
sensible como la de Luis Mansilla hacían que su contribución fuera tan
definitiva como imprevisible. Se hará sentir su falta.
El miércoles, con la noticia, me temblaban las piernas. Pero al
buscar la proximidad en sus palabras, al encontrarme con lo que Luis
Mansilla escribió en la dedicatoria de su tesis Apuntes de viaje al interior del tiempo,
publicado por la Caja de Arquitectos, el temblor se convirtió en
sobresalto: “A mi abuelo Luis, oculista, entre cuyos aparatos ópticos
crecí. Murió como a todos nos gustaría morir, de improviso, mientras
dormía, la misma mañana en la que debía partir hacia Roma y comenzar
esta tesis que ahora le dedico. Conmigo llevé sus antiguas guías de
Italia originales Badoeker de 1870 que el día anterior me había
regalado”.
No es una premonición pero estremecen sus palabras, si bien hay en
ellas algo que hoy también resulta consolador. Acompaña a esta
dedicatoria en otra página una constelación de iniciales. ET, por Emilio
Tuñón, CP, por su mujer Carmen Pinart. Cabe también pensar que otras
aluden a Juan Navarro Baldeweg, a Enric Miralles, a Pedro Feduchi, a
Alvaro Soto… a mí mismo, como me hizo saber al envolver mis iniciales,
RM, en un círculo… La dedicatoria muestra la sensibilidad de Luis. Su
tesis, resultado de un viaje a Suecia siguiendo a Asplund que más tarde
se prolongó en Roma, nos hace sentir todavía la presencia de Luis a
través de aquellas imágenes que lo atraían. No hay dibujos suyos, pero
está repleta de los de otros que describen precisamente su modo de
entender la arquitectura.
Se le veía contento. Disfrutó de muchas de las cosas que la
arquitectura puede dar. Era una persona sofisticada en la elección de
todo aquello que lo rodeaba, sofisticación que trasladaba al tono que
quería para su arquitectura. A pesar de la madurez de su trabajo, no
había perdido la condición juvenil, casi de estudiante, que llegaba a
ser grácil, de una frescura adolescente. Seguramente Luis Mansilla ha
estado muy atento al trabajo de su mujer, la pintora Carmen Pinart, con
quien compartía una sensibilidad común. Estaba contento con sus hijas.
Se puede decir que tuvo una vida plena. Pero también que le hubiera
apetecido hacer muchas otras cosas. También a nosotros que las hubiera
hecho. Las ocupaciones a las que nos lleva la vida cotidiana hacían que
nos viésemos menos ahora y su inesperada desaparición hace que se
despierte la conciencia del mal uso que hacemos de nuestro tiempo.
Siento no haber podido compartir con él una visita al hotel Atrio de
Cáceres. También me hubiera gustado enseñarle los trabajos que estamos
haciendo en La Mejorada.
Lo recuerdo dibujando el edificio de La Previsión Española, el
aeropuerto de Sevilla, el Museo Thyssen Bornemisza, la Fundación Miró y
tantas otras obras. Vivió con nosotros cuatro meses mientras estábamos
en Cambridge. Luego, ya en la década de los noventa, la mayoría de edad y
los primeros encargos dieron lugar al comienzo de su carrera
independiente: la unión de dos personas que sentían de un modo común
pero con cualidades diversas. Emilio Tuñón tiene unas grandes dotes de
arquitecto. Luis tenía la capacidad de pensar en todo aquello que la
arquitectura puede expresar. Ha sido la feliz conjunción de estos dos
arquitectos la que ha dado lugar a una obra propia, singular y
atractiva, valorada dentro y fuera de España. La obra que hasta ahora
han construido siempre fue sólida y fresca, madura desde el principio.
Con el MUSAC abrieron la visión de lo que iba a ser la nueva idea
figurativa de los noventa: no ligada a problemas estructurales o
formales sino deudora de la nueva cultura digital que da lugar a una
nueva versión de la obra abierta.
Hace dos semanas me pidieron de la Glasgow School of Art una
referencia porque querían nombrar a Tuñón y Mansilla profesores
honorarios. Terminé la carta diciendo que era difícil encontrar otros
dos con tanto mérito. Cabía esperar grandes cosas y seguro que el
estudio las logrará. Por simpatía, en el sentido etimológico del
término, por ese contacto diario con Luis, algo de las virtudes de Luis
está ya en Emilio. Y aunque la triste pérdida haga inevitable establecer
un antes y un después, sería una gran cosa que el trabajo del estudio
se produzca sin discontinuidad>>.(Rafael Moneo.cultura.elpais.com)