Es la frase que hizo famosa María Estuardo (María I de Escocia) bordándola en su ropa cuando era cautiva de Isabel I de Inglaterra ("En ma fin gît mon commencemente"). Así estuvo durante dieciocho años. Un largo cautiverio que terminó en ejecución. Es una frase de abnegación hacia la adversidad. De pura determinación y resistencia al destino, que sólo puede tener un final. Encierra un romanticismo que contrasta con una época llena de conspiración, deslealtades, juicios baldíos y asesinatos de alcurnia religiosa. Dicen que cada persona tiene una frase (o lema) que le acompaña durante toda su existencia y representa de forma fiel la convicción de propio carácter. Todos tendríamos un mantra individual que nos guía por la vida como una marca de nuestro inevitable devenir. Muy poético eso. O es simplemente que hay personas que tienen una determinación tal, que cumplen a la perfección el rol que los acontecimientos en pro de la Historia les ha otorgado. ¿Cuántos seríamos héroes si tuviéramos la oportunidad histórica de serlo? O cobardes; que no desentona tanto dentro de la Historia Social. Tanta determinación me abruma. Es tan desconsiderado con el resignado vulgo. María I de Escocia escogió un vestido rojo para lucir como mártir el día de su ejecución (era católica en un mundo en el que emergía con fuerza el protestantismo). "Dios salve a la Reina".