Revista Cultura y Ocio

En mil novecientos ochenta y dos

Por Calvodemora
El mundo era mío en mil novecientos ochenta y dos. 
Yo era un voyeur novicio despeñado en el escote de Kim Novak, un aburrido maquinista de una vida sin riesgo. 
Kafka todavía no es nadie en mil novecientos ochenta y dos. 
Bajo un sol sin Kafka, la vida custodia desvaríos y almanaques y nos dirigimos hacia la semilla infinita del tiempo sin instrucciones precisas. 
Soy un niño supersticioso que describe milagros y toma rehenes estériles en las novelas de Julio Verne
Soy el vértigo feliz en mil novecientos ochenta y dos  y confío en el futuro. 
Impúdico y hermoso, en un jardín británico, echo de menos el escote de Kim Novak, echo de menos las novelas de Clark Carrados y echo de menos el paseo marítimo de Fuengirola a la caída de la tarde, cuando los turistas se abalconan en los chiringuitos y huele a coppertone en las aceras. 
Ahora escribo sin inocencia, enfermo, huido, en una fuga sin aviso que no se aleja jamás . 
Yo era el dueño del mundo en mil novecientos ochenta y dos. 
Está Kafka aquí a mi vera, lee lo que escribo. 
Kafka tutelando mi viaje, gobernando mis vicios, contándome el final de la historia sin habérsela pedido. 
Es Kafka. 
Ya lo decía el gran Agustín González en Las bicicletas son para el verano¿Quién coño es Kafka?
Yo te lo digo, Agustín: Kafka es el tío que me acompaña algunas mañanas cuando voy al trabajo, el que me susurra en las barras de los bares lo gris que es el mundo y lo poco que podemos hacer para desgrisarlo, el que me enseña que el peso del mundo no es amor, pese a lo cantaba el bueno de Hilario Camacho, sino asombro. 
Asombro siento a diario: asombro y perplejidad. 
Igual convienen esas formas de la peripecia de lo humano para ir sobrellevando el viaje. 
En mil novecientos ochenta y dos, Kafka y yo era dos completos desconocidos. 
En mil novecientos ochenta y dos, mi amigo Raúl descubría a Frank Zappa. 
Escuchábamos a Frank Zappa en un radiocassette Sanyo.
Zappa y Kakfa, de conocerse, se habrían llevado bien.
Tienen en común la disidencia, no huelen a rocío de la mañana, no pasean los bosques sintiendo la armonía del cosmos, no tienen planes de futuro. 
S0n dos filósofos, dos poetas, dos ángeles, Kafka y Zappa. 

Volver a la Portada de Logo Paperblog