Revista Salud y Bienestar
Madre e hija entraron en la consulta, aunque la muchacha, abstraída por el contenido de la pantalla de su móvil, sólo parecía haberlo hecho físicamente.-. Buenas tardes, doctor -me dijo la madre.-. Hola, muy buenas tardes. Uds. me dirán...
-. La paciente es mi hija -añadió la mujer mientras miraba hacia la joven, que seguía absorta con su teléfono.
-. (...)
Se estableció un silencio tan prolongado y molesto, que finalmente hizo reaccionar a la muchacha...
-. ¿Eh? -dijo mientras levantaba bruscamente la mirada, tomando conciencia del lugar en el que se encontraba, así como de lo que se esperaba de ella- ¡Ah!...¡Vale!... ¿Se lo cuento yo o mejor se lo cuentas tú?
- No... -respondió la madre en un tono de cierta recriminación- ¡Se lo cuentas tú!...
La muchacha había vuelto a los contactos de su Tuenti, por lo que tuvimos que recurrir nuevamente al silencio para solicitar su fugaz atención.
-. (...)
-. ¿Si?... A ver, vale, se lo cuento yo... ¿Y por donde empiezo? -le pregunta a su madre en un gesto contrariado- ¿Le cuento primero lo de la garganta, o lo del cuello?
Finalmente, se veía venir y lo habreis adivinado, fue a la madre a quien hube de someter a la anamnesis, mientras la hija no dejaba de mirar al móvil sonriendo.
Por supuesto que me negué a explorar a nadie que no fuese la interesada, aunque no sin cierta dificultad, debida a los piercing que le colgaban de la lengua...
La chiquilla volvió a ignorarme cuando me disponía a hablar de las recomendaciones propias de la pauta del tratamiento, por lo que hube de asegurarme de que la madre las comprendiese bien...