En Paraguay el trabajo doméstico remunerado representa la primera salida laboral de miles de mujeres en condiciones de pobreza, situación que afecta a 34 por ciento de la población.
ONU Mujeres ha venido apoyando al fortalecimiento de las organizaciones de trabajadoras domésticas en colaboración con la Asociación Trinidad, como parte del Programa Conjunto Oportunidades Juventud, capacidades y oportunidades para la inclusión social, con Fondos para el logro de los Objetivos del Milenio (ODMs), como también desde su programa regional Raza, Etnia y Género.
Los objetivos que persiguen estas acciones es promover el acceso de las trabajadoras domésticas al conocimiento de sus derechos, el desarrollo de capacidades organizativas y de exposición pública para la defensa de los mismos, así como apoyar cambios normativos y arreglos institucionales que permitan condiciones laborales más justas para las trabajadoras domésticas.
La legislación laboral vigente pone al trabajo doméstico en condiciones de discriminación, al considerar que una trabajadora doméstica puede ganar sólo hasta un 40 por ciento del salario mínimo legal, no tienen derecho a la jornada laboral de 8 horas, ni gozan de jubilación, derechos que sí están garantizados para las otras categorías laborales. Sólo recientemente, el seguro del Instituto de Previsión Social (IPS) fue extendido a todo el territorio nacional cuando antes se limitaba a la capital del país, Asunción. Al tratarse de un nuevo derecho, existe poco conocimiento y su grado de cumplimiento es aún bajo.
Marciana Santander, como presidenta de la Asociación de Empleadas del Servicio Doméstico del Paraguay (AESDP), asistió al encuentro que la Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, Michelle Bachelet, mantuvo durante su segundo día de misión en Paraguay con mujeres vecinalistas, trabajadoras domésticas y jóvenes participantes de proyectos apoyados por ONU Mujeres.
Marciana representó a las organizaciones constituidas en el país y compartió los avances y desafíos que enfrentan. “Creemos que un logro muy importante fue la ampliación de la cobertura de IPS. Además, este ańo las trabajadoras domésticas participamos de la 100ş Conferencia Internacional del Trabajo en Ginebra y pudimos apoyar la aprobación del Convenio de trabajo doméstico decente y sus recomendaciones; por otro lado pudimos seguir fortaleciendo nuestras organizaciones”, cuenta.
Aunque se pueden ver avances, los desafíos sigue siendo grandes: impulsar un cambio cultural profundo, superando las actitudes discriminatorias de los empleadores, actitudes que limitan el acceso a la educación, a condiciones laborales dignas, entre otros. “Uno de los mayores retos que tenemos por delante es lograr la ratificación del Convenio 189 y su implementación en el país, lo que luego permitiría el ajuste de la legislación y seguir avanzando hasta lograr el derecho a la jubilación social, 8 horas laborales, sueldo mínimo y vacaciones pagas”, expresa Marciana.
Otro avance significativo ha sido la reciente instalación de una oficina nacional de atención especializada en el trabajo doméstico, promovida desde el Ministerio de Justicia y Trabajo. El Centro de Atención a Trabajadoras Domésticas (CATD) brinda información, orientación y servicios de mediación. A partir del próximo ańo la oficina dará servicio a todo el país, a través de las Oficinas Nacionales de Empleo de la misma cartera ministerial.
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