En París no hay pájaros
Te despiertas a las seis o siete de la mañana.
Todavía quedan muchos minutos para que suene el despertador.
Disfrutas de la sensación tan reconfortante de estar en posición horizontal y con todos los pensamientos para ti.
Todo está en silencio y de fondo el ruido de la urbe. Voces de viandantes entremezcladas con el sonido de motores y golpes de los trabajadores madrugadores.
Agudizas el oído.
No, no hay silencio.
Todos los pájaros con sus cánticos ponen la banda sonora a tu día sin despertador.
Ah. No. Espera.
Ésto es París.
En París no hay pájaros al despertar.
En París el asfalto y la vida en la ciudad ganan al juego de la vida al despertar. Si acaso, un lejano piar se desdibuja entre el calor y el ruido de los coches al pasar.