FICHA TÉCNICA:
Dirección: Derek Cianfrante
Guión: Derek Cianfrante, Joe Curtis, Cami Delavigne
Producción: Lynette Howell, Alex Orlovsky, Jamie Patricof
Fotografía: Andrij Parekh
Montaje: Jim Helton, Ron Patane
Música: Grizzly Bear
FICHA ARTÍSTICA:
Dean: Ryan Gosling
Cindy: Michelle Williams
Frankie: Faith Wladyka
Jerry: John Doman
Bobby: Mike Vogel
Argumento:
Después de convivir durante seis años y tener una hija, Dean y Cindy han decidido casarse, pero entonces su amor empieza a desmoronarse. Intentando salvar la relación, Dean propone ir a pasar la noche a un hotel temático, donde eligen la “habitación del futuro”. A partir del futuro, se narra la historia de la pareja desde el momento de su encuentro hasta la irremediable crisis de su matrimonio.
Blue Valentine es de esas películas que divide a público y crítica, no tanto por su forma como lo hizo Holy Motors, sino por su contenido. Supongo que es porque a muchos el melodrama simplemente, no les va, y eso es del todo respetable; pero también hay que ser justos y dar al césar lo que es suyo. Y es que esta película es de las que te revuelve las entrañas, y luego te pasas días dándole vueltas.
Derek Cianfrante nos presenta dos estados muy concretos de una relación, el comienzo de un amor pasional y alocado y su destrucción, siendo el presente y final de la pareja el punto de partida para llevarnos a sus comienzos a través de flashbacks. Si bien la estructura y el ritmo están bien llevados y son tremendamente atractivos, lo cierto es que el pasado y el presente de la pareja rara vez se justifican. Y ahí está un poco el gran lapso de la cinta, que a pesar de dejarte noqueado con su intensidad emocional, una vez la digieres te empiezas a hacer preguntas que no tienen ninguna respuesta. ¿Cuándo empezó la relación a deteriorarse? ¿Cómo han acabado así después de todo el amor que se profesaban?
No es nada nuevo el hecho de que amores que parecen indestructibles al principio acaben hechos pedazos sin saber por qué, todos lo sabemos, pero quizás una reflexión más profunda sobre los porqués de estas situaciones hubiera hecho ganar a la cinta en profundidad espiritual, en lugar de quedarnos sólo con el terremoto emocional que nos presentan Ryan Gosling y Michelle Williams, quienes nos ofrecen interpretaciones de esas que dejan el estómago del revés y que son, desde luego, lo mejor de la película.
De cualquier manera, no creo que esta sea una película de la que se deba prescindir en ningún caso. Después de ver película tras película de las que nada más salir de la sala se te ha olvidado hasta el título, siempre es de agradecer que alguien nos presente una historia con las emociones a flor de piel, y que deje huella, para bien o para mal.