FICHA TÉCNICA:
Dirección: David O. Russell
Guión: David O. Russell, Matthew Quick (Novela)
Producción: George Parra, Bob Weinstein, David O. Russell
Música: Danny Elfman
Fotografía: Masanobu Takayanagi
Montaje: Jay Cassidy, Crispin Struthers
Diseño de vestuario: Mark Bridges
FICHA ARTÍSTICA:
Pat: Bradley Cooper
Tiffany: Jennifer Lawrence
Pat Sr.: Robert De Niro
Dolores: Jacki Weaver
Danny: Chris Tucker
Dr. Cliff Patel: Anupam Kher
Argumento:
Pat acaba de cumplir casi un año internado en un psiquiátrico debido a un desequilibrio mental detectado a raíz de un episodio violento. No tiene trabajo, su mujer quiere el divorcio y sufre crisis episódicas de paranoia. Retomar su vida le parece tarea imposible. Hasta que conoce a Tiffany, quien le ofrece colaborar juntos en un proyecto para combatir los problemas de ambos.
Una amable comedia en la que destacan los actores, incluyendo los secundarios (y sí, también a un sorprendente Chris Tucker, al menos para el que suscribe) con un guión a la altura de los tiempos que corren. Por medio de unos excéntricos personajes iremos riéndonos, incluso cuestionándonos, el modelo de pareja y de convivencia que se espera en la sociedad actual. No todo son gags y momentos divertidos, hay tiempo para el melodrama, porque detrás de los problemas, hay una persona que lucha por superarlos. En ese sentido, es de agradecer que a veces se trate con respeto a unos personajes que en ningún momento caen en la parodia.
Se trata de un film que desde su inicio busca la complicidad del espectador, es lo que tienen las comedias y esta lo es, al menos como vuelta de tuerca de la clásica fórmula en la que dos perdedores, gente que no encaja, encuentran su lugar. En éste caso la fórmula es algo retorcida ya que nos encontramos con unos personajes cuyo fracaso social se define por el hecho de que se salieron de las convenciones sociales en su momento, o bien presentan serios problemas emocionales.
Por desgracia todo esto se desinfla al final, donde regresan todos los convencionalismos del género, dejando la sensación de que se podía haber logrado más. Porque si bien los personajes huyen en un principio de arquetipos, el último tramo de la cinta es tan previsible como desesperante y políticamente correcto. Y eso sí es lo típico del género.