
FICHA TÉCNICA:
Dirección: Santiago Lapeira
Guión: Santiago Lapeira
Producción: Mamen Boué, Jorge Daura
Fotografía: Elisabeth Prandi
Montaje: Ariadna Ribas
FICHA ARTÍSTICA:
Marc: Maxi Iglesias
Ana: Ona Casamiquela
Andrea: Aida Flix
Xavi: Sergi Amat
Argumento:
Cuatro amigos de 17 años, se verán envueltos en una peligrosa aventura al descubrir un cementerio templario en las montañas del Pirineo. El hallazgo del cementerio desencadenará la venganza de los que fueron malditos por su codicia. Volverán de ultratumba para vengarse de cualquiera que se atreva a arrebatarles la “Medalla del pescador”.

Hay películas que una no sabe si tomárselas a broma o qué. El secreto de los 24 escalones es uno de los mayores despropósitos cinematográficos que he visto en bastante tiempo. Una película que podría pasar por simpática si la hubieran hecho cuatro colegas durante un verano con una cámara de vídeo doméstica, pero que como producción supuestamente profesional, a una la hace preguntarse a qué se está jugando aquí.
El actractivo que inicialmente puede tener la historia – un misterio medieval con cátaros y templarios, una trama de tráfico de arte, un enclave envidiable en el Pirineo catalán – se transforma en casi una burla cuando te presentan a unos personajes planos y estereotipados, un guión tremendamente flojo con unos diálogos completamente inverosímiles – como antigua estudiante de humanidades, os juro y perjuro que nadie que yo conozca sabe traducir latin como si fuera inglés -, y unos efectos especiales que podría haberlos hechos mi primo de 11 años.

Tiene el tono y el estilo de las series de misterio de Antena 3, lo que me hace preguntarme por qué se empeñan en estrenar en cine producciones que parecen hechas directamente para televisión. Es más, yo diría que las series de Antena 3 tienen mejor producción y realización, ya que aquí se ven muestras de un amateurismo que da vergüenza ajena en algunas ocasiones, hasta el punto de que algunos de los momentos de tensión de la trama se resolvían con carcajadas del público en vez de con sobresaltos.
En fin, vosotros sois responsables de en qué os gastais vuestro dinero, pero si vais a ver esto, luego no me vengais a mí con quejas y lloros.
