FICHA TÉCNICA:
Dirección: Daniel Burman
Guión: Daniel Burman, Sergio Dubcovsky
Producción: Diego Dubcovsky
Fotografía: Daniel Ortega
Montaje: Luis Barros
FICHA ARTÍSTICA:
Uriel: Jorge Drexler
Gloria: Valeria Bertucelli
Susan: Norma Aleandro
Dr. Weiss: Luis Brandoni
Germán: Gabriel Schultz
Otto: Lucciano Pizzichini
Sara: Páloma Álvarez Maldonado
Argumento:
Uriel (Jorge Drexler) es una de esas personas que tropieza dos veces con la misma piedra. Divorciado y padre de dos hijos, Uriel trabaja en la empresa heredada de su familia y no está demasiado contento con su vida. Un día, gracias al póquer —un juego que, con sus reglas claras, lo conecta con sus deseos— se reencuentra con su novia de juventud, Gloria (Valeria Bertuccelli), quien, recién llegada de Francia, se recupera de una reciente ruptura sentimental.
Enamorado, renovado y con la filosofía del póquer como guía, Uriel entiende que está ahora ante sus mejores cartas y que volver a intentarlo es un imperativo vital.
El cine argentino lleva muchos años dándonos alegrías pero, por desgracia, La suerte en tus manos no está en ese grupo de películas atemporales, llenas de inteligencia y corazón a las que nos estamos malacostumbrando. Y la culpa la tiene más la forma que el contenido.
Las segundas oportunidades siempre han sido un tema recurrente en todas las disciplinas narrativas. En este caso, tenemos dos personajes que se conocen desde la juventud, y que se reencuentran en un punto de inflexión en sus vidas años más tarde. Matrimonios y relaciones rotas, los hijos, el desencanto, la crisis de los cuarenta, la muerte de los padres, la adicción al juego, etc. son los temas que recorren la película, pero que se quedan en nada, ahogados en un guión en el que se habla mucho pero se dice muy poco. Es más, el tratamiento frívolo de asuntos tan serios como el juego y la mentira compulsiva resulta hasta un poco aberrante, sobretodo cuando llegamos a ese final de cuento de hadas que no hay quien se crea.
Tampoco ayuda el hecho de que haya subtramas que se abren y no se cierran o personajes secundarios que están más de adorno que de otra cosa. En fin, que cuando en una comedia dramática, ni hay momentos dramáticos, ni momentos cómicos, al final nos quedamos con dos horas de verborrea argentina y una suerte de historia bastante desagradecida.