FICHA TÉCNICA
Dirección: Marjane Satrapi, Vincent Paronnaud
Guion: Marjane Satrapi, Vincent Paronnaud, a partir de la novela gráfica Pollo con ciruelas
Dirección de fotografía: Christophe Beaucarne
Montaje: Stéphane Roche
Música original: Olivier Bernet
Dirección artística: Udo Kramer
Sonido: Gilles Laurent
Vestuario: Madeline Fontaine
FICHA ARTÍSTICA
Nasser-Ali: Mathieu Amalric
Azrael: Édouard Baer
Faringuisse: Maria de Medeiros
Iran: Golshifteh Farahani
Abdi: Éric Caravaca
Lili adulta: Chiara Mastroianni
Parvine, madre de Nasser-Ali: Isabella Rossellini
Lili: Enna Balland
Maestro de música: Didier Flamand
Padre de Iran: Serge Avédikian
Soudabeh: Rona Hartner
Mendigo/Houshang: Jamel Debbouze
Argumento:
Teherán, 1958. Desde que se rompió su amado violín, Nasser Ali Khan, uno de los músicos más famosos de su época, ya no tiene ganas de vivir. Al no encontrar un instrumento digno de sustituirlo, decide meterse en la cama y aguardar la muerte. Durante la larga espera, se sume en ensoñaciones melancólicas y alegres que le llevan a su juventud, a hablar con Azrael, el Ángel de la Muerte, y que le revelan el futuro de sus hijos… A medida que encajan las piezas del rompecabezas, empezamos a descubrir el gran secreto de su vida: una maravillosa historia de amor que alimentó su genio y su música…
Pollo con ciruelas… a simple vista el título llama la atención y uno se pregunta si estará relacionado con la película. Una vez más, queda demostrado que es algo anecdótico para la trama, más allá de una mera curiosidad, no hay demasiado sentido, así que pasando a la historia en sí, lo que bien se resume en los últimos diez minutos se podría haber contado a lo largo de la hora y media que tiene de duración, al menos así no dejaría una sensación agridulce.
El trasfondo de la película es bonito y comprensible, pero cuando el protagonista se dedica a contarte otras cosas irrelevantes antes de llegar a la conclusión de por qué se quiere morir, acabas por cansarte de esperar. Si a eso le sumamos la extraña imagen de un Azrael, la filosofía oculta en la habilidad de tocar un violín y unos personajes que van y vienen sin dejar una huella, resulta que Pollo con ciruelas no termina de funcionar del todo.
Puede que la novela gráfica sea diferente, las adaptaciones siempre hay que llevarlas con cuidado, pero en este caso no se puede decir que estemos ante un film que nos atrape como pasaba con Persépolis. Visualmente hay escenas que en la fotografía y el uso de la luz está muy cuidado y resulta bonita verlas, pero más allá de eso, la teatralidad de los personajes y la exageración de la moraleja, que realmente no se comprende bien, nos tememos que el pollo con ciruelas no será el plato favorito de mucha gente.
Una pena, porque tenía buena pinta.