Sonrío.
Y la sonrisa puede tener muchos significados.
Puede ser el reconocimiento espontáneo de una agudeza, de un ingenio, de un chisporroteo de inteligencia.
Sonrío con cariño mal disimulado ante la inocencia de una niña de significado especial que despliega ingenuidad o simplemente espontaneidad.
Sonrío ante lo cercano, lo conocido, lo entrañable.
Pero a veces, sólo a veces, un velo tenue tiñe de sombras tristes esa sonrisa.
Sonrío tristemente ante el reconocimiento casi cómico de esas pequeñas miserias tan entrañables por tan conocidas, tan conocidas por tan frecuentes, tan frecuentes que las hacen aún más tristes…
Sonrío tristemente al leer en ‘The DevOps Handbook’ la siguiente argumentación:
Examples of ineffective quality controls include:
- Requiring another team to complete tedious, error-prone, and manual tasks that could be easily automated and run as needed by the team who needs the work performed.
- Requiring approvals from busy people who are distant from the work, forcing them to make decisions without an adequate knowledge of the work or potential implications, or to merely rubber stamp their approvals.
- Creating large volumes of documentation of questionable detail which become obsolete shortly after they are written.
- Pushing large batches of work to teams and special committees for approval and processing and then waiting for responses.
Sonrío tristemente ante lo entrañable, ante lo conocido, ante lo frecuente...
Pero antes de que el abatimiento borre definitivamente la sonrisa, me acuerdo de niñas especiales y del deber y aspiración a la educación, la enseñanza y la transformación.
Entreveo caminos y opciones, proyectos y ambiciones, mejora y transformación, digital o no.
Una luz brillante disuelve los últimos velos y mi sonrisa, más profunda, más franca, más abierta, celebra el triunfo de la posibilidad, la voluntad y la inteligencia.
*****Artículo publicado en Pulse el 25/07/2017Pulse es el servicio de noticias personalizadas de la red social profesional LinkedIn