Escribir sin motivación es un contrasentido. Por eso este silencio en el blog desde hace días. Ya sé que es cíclico, que pasará, pero absolutamente nada me motiva ahora mismo para teclear, para escribir lo que sea. Debe ser tanta noticia negativa, tanta prima y tanto primo, tanto caradura suelto, tanta absurdez desatada que nos sume a todos en una especie de depresión informativa. Posiblemente remonte el vuelo leyendo a diario la nueva sección optimista que acaba de poner en marcha La Voz de Galicia bajo el cliché «Disculpen, yo soy feliz». Será el primer texto que desayune cada día. Seguro que no me atragantaré.
La Voz de Galicia, Mundo real, Qué país, Reflexionando