Si el médico le ha prescrito la realización de una colonoscopia como prueba diagnóstica de posibles problemas en parte de su sistema digestivo seguro que se pregunta en que consiste exactamente este medio de diagnóstico. Vamos a intentar despejar sus dudas principales.
En realidad una colonoscopia permite observar con detalle todo nuestro intestino grueso y parte del delgado, permitiendo incluso una posible extracción de biopsias. Se hace introduciendo un tubo flexible desde el ano del paciente y se administran analgésicos y sedantes para que no sea una prueba más molesta de lo que es necesario. Durante su realización no se nota dolor propiamente dicho sino molestias abdominales e incluso necesidad de evacuar.
El paciente que vaya a someterse a una colonoscopia debe preparar su intestino previamente, con lo que el médico le prescribe una dieta sin fibra, ni frutas, verduras o legumbres y el día anterior debe tomar un laxante. Así se consigue que esté limpio y pueda visualizarse sin problemas todo su interior.
El temor a posibles complicaciones durante la realización de una colonoscopia no tiene prácticamente motivos. Se presenta algún problema en menos de una de cada mil pruebas que se realizan y estos pocos casos de producen, principalmente, a la hora de realizar alguna acción terapéutica paralela a la prueba en si, como la extracción de un pólipo. De todos modos los efectos secundarios más posibles en una colonoscopia son distensión del abdomen, dolores, hipotensión, flebitis y reacciones alérgicas. En el caso de que se presenten dolores abdominales, fiebre o hemorragias rectales debe acudirse a urgencias.