Revista Diario

¿En qué han mejorado nuestros hijos?

Por Belen
Me gusta mucho hablar con algunas abuelas en el parque. Tienen a su cargo a algún nieto por las mañanas, y hemos coincidido más estos días de buen tiempo. Ya os he dicho que el ambiente del parque por la mañana es muy relajado y mucho más ameno que el de por la tarde. Cuando mi madre está con mi hijo, o le baja al parque o juega con él siempre me dice que es muy activo, inquieto, aventurero, que no para ni física ni intelectualmente. Siempre quiere aprender, siempre está preguntando, le encanta aprender las letras de las palabras, los números, quiere siempre saber contar más. Mi madre siempre me ha dicho, desde que era un bebé, que no tiene mucho que ver conmigo o con mi hermana cuando teníamos su edad. Siempre me dice que nos ponía a jugar en la alfombra con nuestros juguetes y nos quedábamos tranquilas y mientras ella podía ocuparse de sus tareas (la pobre estaba sola, no contaba con ayuda de familia, y mi padre trabajaba un montón). Gracias a que fuimos tranquilas mi madre podía con todo sin volverse medio loca.
Esta misma historia me la relatan las abuelas del parque. Son señoras que conozco desde hace muchos años, pues vivo en el mismo barrio que me crié. Conozco a sus hijas, y ahora a sus nietos. Una de las niñas del parque es una gran amiguita de mi hijo. Se llevan estupendamente, en parte creo porque son los dos iguales de intensos, de tercos, de impacientes y de imparables. La verdad es que no es la típica niña que le gusta estar con su cubito y palita quietecita, siempre juega con los chicos porque se divierte muchísimo más, a la pelota, a las carreras, a subirse a todos los columpios y toboganes, discute con todos, es una guerrera, pero mi hijo la adora. Su abuela fue madre de cuatro hijas, ¡¡¡cuatro!!! Imagináos cuánto trabajo. Pero además ha criado a más de un nieto (ya muy mayores). Esta es la nieta más pequeña. Y siempre me cuenta que ni sus hijas ni ninguno de sus nietos le ha dado tanta guerra como esta. El otro día me contaba que sus hijas jugaban tranquilas en casa y mientras ella podía coser y hacerles su ropita. Pero con la nena es imposible siquiera coger una aguja porque ya estaba ahí quitándoselo todo, que no se entretenía sola con nada, que en casa ha tenido que retirar todo tipo de adornos, el interior de los cajones y asegurarlo todo porque es un terremoto.
Y yo me pregunto, ¿tanto han cambiado estos niños?, ¿han evolucionado, quizá?. Yo creo que siempre ha habido niños inquietos, niños más tranquilos y niños muy muy muy tranquilos. Pero sí que yo observo que los niños de hoy son voraces con todo.
Yo no me empeño en que mi hijo aprenda todas la letras, los números, los colores, las formas, pero ya sabe muchas cosas. Solo es necesario que lo vea en los cuentos, en los dibujos, rápidamente aprende todo y no solo eso, sino que quiere aprender más. Las canciones, los cuentos, todo se lo sabe de memoria, y quiere cuentos nuevos para aprende más textos nuevos (bendita biblioteca). Pero no es el mío solo, son todos así.
¿Han mejorado entonces nuestros hijos?, quizá. Aunque también podemos pensar que les estimulamos muchísimo más. Los juegos, los juguetes, los dibujos animados, ordenadores, y un largo etcétera fomentan su querer aprender. Esos cerebritos, en continuo desarrollo piden más, según reciben.
¿Qué os parece?

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